Autor Tema: El Portal Oscuro y la Caída de Stormwind  (Leído 1475 veces)

Lilith

  • Simplemente rol
  • Moderator
  • Spammer
  • *****
  • Mensajes: 3420
  • Karma: +3316/-544
  • Torturar herejes no es un vicio.
  • Personaje: Lilith.
  • Clase: Paladin/tank/dps/healer.
  • Raza: Humana rolera.
  • Hermandad: Cruzada escarlata.
El Portal Oscuro y la Caída de Stormwind
« en: 28 Octubre, 2013, 12:26:35 »
El Portal Oscuro y la caída de Stromwind
Mientras Kil’jaeden preparaba a la Horda para la invasión de Azeroth, Medivh seguía la pelea por su alma contra Sargeras. El rey Llane, el noble monarca de Stormwind, se percató de la oscuridad qué parecía manchar el alma de su amigo, El rey Llane compartió sus inquietudes con Anduin Lothar, el último descendiente del linaje de los Arathi, a quien había nombrado teniente a las armas. De todas maneras, ninguno pudo imaginar los horrores que el lento descenso a la locura de Medivh traería.

Como incentivo final, Sargeras prometió concederle gran poder sobre Gul’dan si accedia a dirigir la Horda sobre Azeroth. A través de Medivh, Sargeras le dijo al brujo que se volvería un dios viviente si encontraba la tumba submarina donde la guardian Aegwynn había puesto el lisiado cuerpo de Sargeras hace cerca de mil años antes. Gul’dan aceptó y decidió que una vez que los moradores de Azeroth fueran derrotados, el encontraría la legendaria tumba y reclamaría su recompensa. Seguro de que la Horda serviría a sus porpósitos, Sargeras ordenó el inicio de la invasión.

A través de un esfuerzo conjunto, Medivh y los brujos del concilio de las sombras, abrieron la entrada dimensional conocida como el Portal Oscuro. Este Portal tendió un puente entre Azeroth y Draenor, y era lo suficientemente grande para que los ejércitos puedan pasar a través de el. Gul’dan despacho a los exploradores orcos a través del portal para examinar las tierras que quería conquistar. El retorno de los exploradores aseguró al concilio de las sombras que el mundo de Azeroth estaba listo para conquistarlo.

Todavía convencido que la corrupción de Gul’dan destruiría a su gente, Durotan hablo en contra de los brujos una vez mas. El bravo guerrero demando que los brujos estaban destruyendo la pureza del espíritu orco y que su imprudente invasión los traería a su ruina. Gul’dan incapaz de arriesgarse a matar a tal héroe popular, fue forzado a exiliar a Durotan y su clan Frostwolf a las lejanas fronteras de este nuevo mundo.

Después de que los exiliados Frostwolfs marcharon a través del portal, solo unos pocos clanes orcos los siguieron. Esos orcos rápidamente establecieron una base de operaciones dentro de Black Morass, una oscura y pantanosa área lejana al este del reino de Stormwind. A medida que los orcos empezaban a ramificarse y exporar las nuevas tierras, ellos entraron en inmediato conflicto con los defensores humanos de Stormwind. Aunque estas escaramuzas usualmente terminaban rápidamente, ilustraron mucho las fuerzas y debilidades de ambas especies rivales. Llane y Lothar nunca fueron capaces de extraer información acertada del numero de los orcos y solo pudieron conjeturar a cuan gran fuerza ellos tenían que enfrentarse. Después de unos años la mayoría de la horda orca había cruzado en Azeroth, y Gul’dan juzgaba que el momento para el primer golpe contra la humanidad había llegado. La Horda despliega todo su poder contra el reino confiado de Stormwind.

A medida que las fuerzas de Azeroth y la Horda chocaban a a través del reino, conflictos internos empezaban a cobrar su precio en ambos ejércitos. El Rey Llane, quien creía que los bestiales orcos eran incapaces de conquistar Azeroth, despectivamente mantuvo su posición en su capital de Stormwind. Sin embargo, Sir Lothar estaba convencido que la batalla seria llevada directo al enemigo y estuvo obligado a elegir a elegir entre sus convicciones y su lealtad al rey.

Eligiendo seguir sus instintos, Lothar atacó la torre-fortaleza de Karazhan de Medivh con la ayuda del joven aprendiz del hechicero, Khadgar. Khadgar y Lothar tuvieron éxito en vencer al poseído guardian, quien fue confinado por ser la fuente del conflicto. Al matar el cuerpo de Medivh, Lothar y el joven aprendiz inadvertidamente desterraron el espíritu de Sargeras al abismo. Como consecuencia, el puro y virtuoso espíritu de Medivh fue también capaz de seguir viviendo y vagar el por el plano astral por los muchos años venideros.

Aunque Medivh había sido derrotado, la Horda continuaba dominando a los defensores de Stormwind. A medida que la victoria de la Horda se mostraba mas cercana, Orgrim Doomhammer, uno de los mas grandes líderes orcos, comenzaba a ver la depravación y corrupción que habían extendido a través de los clanes desde sus tiempos en Draenor. Su viejo camarada, Durotan, volvió del Exilio y le advirtió otra vez de la traición de Gul’dan. En veloz respuesta, un asesino de Gul’dan asesino a Durotan y a su familia, dejando solo su hijo infante vivo. Desconocido para Doomhammer fue el hecho que el hijo de Durotan fue encontrado por el oficial humano, Aedelas Blackmore, quien lo tomo como esclavo. Este niño orco un día se levantaría y se volvería el mas grande líder que su gente conocería.

Sensibilizado por la muerte de Durotan, Orgrim dejo libre a la Horda de la demoníaca corrupción y en última instancia asumió el rol de jefe de guerra de la Horda matando a la corrupta marioneta de Gul’dan, Blackhand. Bajo su decisivo liderazgo la implacable horda finalmente puso fin al frente de Stormwind.

El rey Llane subestimó severamente el poder de la horda, y observo desesperadamente como caía su reino bajo los invasores de piel verde. Finalmente el rey Llane fue asesinado por uno de los mejores asesinos del concilio de las sombras: la medio-orca, Garona.

Lothar y sus guerreros, volviendo a casa desde Karazhan, esperaban prevenir la perdida de vidas y salvar su una vez glorioso hogar. En cambio volvieron demasiado tarde y encontraron su amado reino en ruinas humeantes. La horda orca continuó devastando el campo y demando las tierras circundantes como propias. Forzado a esconderse, Lothar y sus compañeros juraron severamente reclamar su patria cueste lo que cueste.




Todas las ratas de los sótanos se venden por un queso