Autor Tema: Señor de los Clanes  (Leído 1438 veces)

Lilith

  • Simplemente rol
  • Moderator
  • Spammer
  • *****
  • Mensajes: 3420
  • Karma: +3316/-544
  • Torturar herejes no es un vicio.
  • Personaje: Lilith.
  • Clase: Paladin/tank/dps/healer.
  • Raza: Humana rolera.
  • Hermandad: Cruzada escarlata.
Señor de los Clanes
« en: 28 Octubre, 2013, 12:37:07 »
El guardián en jefe de los campos de internamiento Aedelas Blackmoore, observa los orcos cautivos desde su prisión fortaleza de Durnholde. Orcos brutales, del tamaño de dos hombres uno sobre el otro, deformados, de brazos como troncos y afilados colmillos sobresalientes, de piel verde. Un orco en particular siempre ha despertado su interés (y de inmediato empieza a recordar): sobre los cuerpos ensangrentados de un orco y una orca, Aedelas Blackmoore ha encontrado un niño orco llorando…Han pasado casi diecinueve años desde aquel encuentro. Blackmoore ha levantado al joven macho como un esclavo favorecido, y le ha llamado Thrall. Aquel niño creció, y fue entrenado como gladiador, con todo el salvajismo de un orco, pero también le han enseñado táctica, filosofía y estrategia militar, con el intelecto propio de un erudito humano. Después de todo, el corrupto guardián lo ha modelado para usarlo como un arma para doblegar a toda la Alianza.
Fue entrenado y golpeado por muchos, pero una mujer humana, Taretha Foxton, concubina del general Blackmoore, se convirtió en su enfermera y su mejor amiga. Mientras Blackmoore lo torturaba dentro del ring, Taretha comenzó a escribirle cartas a su prisión, y él se las contestaba, pues ella le había enseñado, secretamente, a leer y escribir. Ella le enseño todo lo que Blackmoore le negaba: el amor, el respeto, y el honor. Thrall se convirtió en un erudito. Conocía historia del arte, poesía, literatura. La joven chica humana había desarrollado una fuerte empatía por aquel infante orco que había llegado luego de que su hermano recién nacido, Faralyn Foxton, había muerto por una terrible fiebre antes de la llegada de Thrall. Por esto, Taretha lo cuidaba compasivamente como si fuera su propio hermano.




Todas las ratas de los sótanos se venden por un queso