Ulduar, la ciudad de los antiguos asediada por las 2 facciones más vibrantes de Azertoh, era la hora de ayudar a Brann barbabronce a descubrir el origen de todo lo que conociamos a nuestro alrededor.
Cuando Tirion se enteró de esto, no tardó en mandar a uno de sus pequeños destacamentos a esta ciudad. Yo me encontraba en la mesa de trabajo del Rompecielos junto al Ilustre Maestro Ingeniero Mekatorque discutiendo sobre los peligros del Generador de Agujeros de Gusano cuando el vindicador Maarad se acercó a nosotros y me informó de la petición de Tirion.
Consideró enviar a los mejores ingenieros para que se encargaran de la manutención de las maquinas de asedio.
Medité continuamente la oferta, revisé los informes de nuestros espias y los del Kirin Tor. "La maldición de la carne", me extrañé al contemplar estas palabras escritas en el informe de uno de los soldados. Decía que un mismo enano férreo lo mencionaba.
Quizá esto nos ayudaria a comprender un poco a la plaga... o quizas no... Preferi no tentar a la suerte y buscar la mayor cantidad de ayuda posible para esta expedición. Ahora entendía por que Tirion me había elegido, no esperaba que me fuera a quedar a las puertas de Ulduar solo para mantener vivas las maquinas de asedio, el sabía que me adentraría un poco más, y que buscaría ayuda en un lugar que nadie sospecharía.
Mandé a una de mis mascotas a entragar una carta a mi contacto Garond, un alto señor de La Cruzada Escarlata, eran unos fanaticos quema carne enemigos de cualquier cosa que poseyera la plaga o que no compartiera sus ideas..., Garond parecía el único con un poco de cordura, además no era la primera vez que luchábamos codo con codo.
Nada más recibir su confirmación puse rumbo a la ciudad tecnologica... Ulduar
