Autor Tema: El regreso de la Sombra – Cisma de la Alianza  (Leído 1426 veces)

Lilith

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El regreso de la Sombra – Cisma de la Alianza
« en: 28 Octubre, 2013, 12:38:01 »
Han pasado cerca de quince años de paz, y rumores de guerra comienzan a circular nuevamente. Los agentes del Rey han reportado que un joven y astuto Señor de la Guerra ha levantado y guiado a los pocos clanes orcos remanentes dentro de una nueva fuerza combatiente. El joven Señor de la Guerra ha destruido los campos de internamiento y ha liberado a su pueblo. La “Nueva Horda”, a su paso, ha atacado la norteña ciudad de Stratholme en su intento por rescatar a varios guerreros capturados. La Horda incluso ha destruido Durnholde – el fuerte que se encargaba de la seguridad de los campos de internamiento – y ha asesinado al oficial mayor a su cargo. El Rey Terenas ha enviado a Uther y sus paladines en busca del Señor de la Guerra, pero los astutos orcos no han podido ser hallados. El joven Señor de la Guerra ha demostrado ser algo más que un genio táctico, y ha logrado evadir los esfuerzos de Uther por acorralarlo con sus ataques de guerrillas.
En los años siguientes a la derrota de la Horda, los líderes de varias naciones de la Alianza comenzaron a discutir acerca de asuntos territoriales y disminución de la influencia política. El Rey Terenas de Lordaeron, el patrón de la Alianza, comienza a sospechar que el frágil pacto que han forjado durante su hora más oscura no duraría por mucho más. Terenas ha convencido a los líderes de la Alianza de enviar dinero y trabajadores para ayudar a la reconstrucción de la ciudad de Stormwind, que fue destruida durante la ocupación orca de Azeroth. Estos impuestos, aunados al gran gasto de mantenimiento y operación de los campos de internamiento orco, llevaron a muchos líderes (en particular a Genn Greymane, de Gilneas) a creer que sus reinos estarían mejor fuera de la Alianza. Thoras Trollbane, por su parte, consideraba a los orcos demasiado peligrosos como para dejarlos vivos, por lo que propuso la ejecución masiva. Al negarse los otros líderes a tal solución, el Señor de Stromgarde decide retirar a la ciudad de la Alianza.

Para empeorar las cosas, los bruscos Altos Elfos de Silvermoon rescindieron su participación en la Alianza, argumentando que el pobre liderazgo de los humanos había llevado al incendio de sus bosques durante la Segunda Guerra. Aunque Terenas tácticamente les recordó a los elfos que nada de Quel’thalas hubiera quedado sin que cientos de valerosos humanos no hubieran dado su vida para defenderla, los elfos decidieron continuar su propio camino.

Aunque la Alianza se desintegraba, el Rey Terenas aún tenía aliados con los cuales contar. El Almirante Proudmoore de Kul Tiras y el joven Rey Varian Wrynn de Stomwind continuaron dentro de la Alianza. Así mismo, los magos del Kirin Tor, liderados por el Archimago Antonidas, plegaron a Dalaran a sostener las leyes de Terenas. El más fiel, sin embargo, fue el poderoso rey Magni Barba de Bronce, quien juró que los enanos de Ironforge tenían una deuda de honor con la Alianza por liberar Khaz Modan del control de la Horda.

Además de los ataques del nuevo líder orco, el Rey Terenas se encuentra perturbado por una nueva mala noticia desde el norte. Rumores de un número creciente de “cultos de la muerte” han llegado desde las provincias del norte. Los cultos han proliferado entre los descorazonados e insatisfechos ciudadanos de Lordaeron, ofreciéndoles la “vida eterna” sobre la tierra en lugar de servir al Rey. Después de muchos años de paz y quietud, el Rey Terenas reconoció que los problemas solamente inician en su tierra. Aún así, siente cierta tranquilidad al saber que cada vez que su tierra ha sido puesta a prueba, sus defensores, nuevos y viejos, han sabido mantenerla a salvo.




Todas las ratas de los sótanos se venden por un queso