Autor Tema: El Ascenso de los Malditos  (Leído 1274 veces)

Lilith

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El Ascenso de los Malditos
« en: 28 Octubre, 2013, 12:40:48 »
La plaga de muerte del Rey Lich ha arrasado la Ciudad Capital de Lordaeron y todas las ciudades circundantes. Aterrorizados y descorazonados por la muerte de su noble rey, las fuerzas de Lordaeron han sido barridas por los furiosos guerreros muertos vivientes del Azote. Ahora, Lordaeron es solamente una sombra de su anterior gloria – y el Príncipe Arthas no ha vuelto a ser visto…
Lord Uther el Portador de la Luz, destrozado por la muerte de rey (a quien amaba como un hermano) y por la traición de su hijo y pupilo, ha oficiado él mismo la incineración del cuerpo de Terenas, según la tradición, y se ha ofrecido como voluntario para cuidar de su tumba.

La noche es oscura, fría y lluviosa, misteriosa como un profundo enigma. El Príncipe Arthas, convertido ahora en el primer Caballero de la Muerte del Rey Lich, es materializado en las afueras de la villa de Vandermar, en el norte de Lordaeron. Monta ahora una cabalgadura infernal, Pesadilla, una terrible criatura como el esqueleto de un caballo, que bufa fuego por sus fauces. Frente a él, una figura conocida se materializa, en quien Arthas cree reconocer a Mal’Ganis. En el momento en que decide atacar, Tichondrius el Oscurecedorse presenta y le felicita por haber matado a su padre y entregar su tierra al Azote, ya que así ha aprobado la primera prueba del Rey Lich. Por primera y única vez en su vida, Arthas se da cuenta de que ha maldecido y destruido todo lo que una vez amó y defendió con todas sus fuerzas, sin sentir ningún remordimiento o pena. Tichondrius explica que esto se debe a Frostmourne, la cual ha sido forjada para robar almas, y la de Arthas fue la primera que tomó. A su vez, ordena al Caballero de la Muerte reunir nuevamente al Culto de los Malditos, cuyos miembros se han escondido entre el populacho, temerosos de ser descubiertos por los paladines.

Penetrando en la durmiente villa, Arthas va reuniendo uno a uno a los acólitos del Culto, y se reporta de nuevo con Ticondrius. Su siguiente misión será recobrar los restos mortales del fundador del Culto, el nigromante Kel’thuzad, enterrados en el cementerio de Andorhal.

Una vez en Andorhal, Arthas debe enfrentarse a la Mano de Plata, que ha convertido la ciudad en una fortaleza para protegerla de los ataques del Azote. El primero en caer es Gavinrad el Terrible, quien guarda la tumba de Kel’thuzad. Arthas descubre que el espíritu del nigromante puede comunicarse mentalmente con él, y a partir de ahora será su fiel consejero. Los restos del nigromante, sin embargo, están en un avanzado estado de putrefacción, y para poder conservarlos, Ticondrius instruye a Arthas en recobrar una urna mágica donde los restos podrán conservarse. Dicha urna, desgraciadamente, se encuentra en manos de los paladines.

Arthas ponde sitio a la ciudad, y uno a uno van cayendo sus defensores: Ballador el Luminoso y sus Campeones de la Paz, Sage Truthbearer y los Campeones de la Verdad, y finalmente, Uther Lightbringer, el antiguo maestro de Arthas. Uther reprocha al Caballero de la Muerte el hecho de que su padre, el noble Terenas, sostuviera a su pueblo por más de setenta años, mientras Arthas lo había destruído en un puñado de días. "La urna contiene las cenizas de tu padre ¿para que la quieres?¿ es que quieres orinar en ellas por ultima vez?". Luego de un gran batalla entre ambos titanes, Uther finalmente cae ante el poder de Frostmourne. El héroe más grande de la historia humana ha muerto. Una vez seguros los despojos de Kel’thuzad, Arthas, por instigación de Tichondrius, parte hacia el mágico reino elfo de Quel’thalas. Solamente las potentes energías del Pozo del Sol podrán reencarnar al nigromante.

Mientras tanto, en los oscuros salones de la ciudadela del Torbellino del Vacío, Tichondrius y sus dos hermanos, Anetheron y Mephistroth, disciernen acerca de sus sospechas sobre los motivos ocultos del Rey Lich para su Caballero de la Muerte. Archimonde el Corruptor no permitirá ningún error, pero Tichondrius asegura tener total control del Azote. Una duda, sin embargo, ha llenado su cabeza.




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