Autor Tema: La Invasión de Kalimdor  (Leído 1469 veces)

Lilith

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La Invasión de Kalimdor
« en: 28 Octubre, 2013, 12:44:10 »
“- Thrall…la bruma de la sangre se ha levantado...el cuerpo se enfria,el fuego del demonio se ha quemado en mis venas...me he liberado"
"- No, viejo amigo… nos has liberado a todos”.

La muerte de Hellscream. Leyenda orca.

Después de semanas de viajar por los mares embravecidos, la Horda ha desembarcado sobre las salvajes costas de Kalimdor. Con sus barcos robados, quebrados y hundidos, los orcos precavidamente se aventuran tierra adentro, previniendo los posibles peligros desconocidos que habitan en la desolada tierra. Con sus barcos quemados y lentamente hundiéndose en el mar, Thrall pregunta por el resto de la Horda. No hay seguridad de haber llegado a Kalimdor, pero han viajado hacia el oeste más allá de toda tierra conocida. No hay rastros de Grom Hellscream o los Warsong, pues sus barcos fueron separados de la flota durante la tormenta, por lo que Thrall ordena iniciar la búsqueda para reagruparse.

Conforme viajan sobre la extraña y hermosa tierra, los orcos rescatan miembros de la Horda que han sido capturados por una extraña raza de criaturas semejantes a jabalíes. Grupo por grupo, los quillboars van cayendo ante el poder superior de la Horda. Explorando las distintas aldeas quemadas, presencian la lucha entre los Centauros y enormes seres como toros, los cuales caen ante la superioridad numérica de los Centauros, y Thrall presiente que la Horda ha llegado a un lugar con muchos más conflictos que los que dejó atrás en Lordaeron.

Eventualmente las fuerzas de la Horda tratan de ayudar a las criaturas toro, hasta que logran dar con su líder, Cairne Bloodhoof, jefe de los Tauren, el cual se encuentra intrigado por el estilo de pelea de los orcos, que el describe "con ferocidad y valor" y desea conocerlos más. Thrall le relata la historia de cómo la Horda vino a Kalimdor a hallar su destino, y Cairne sugiere que pueden hablar con el Oráculo que se encuentra más al norte. Thrall se resiste a viajar en esa dirección, pues un enorme ejército de centauros se mueve hacia allá. Cairne se alarma pues los centauros marchan hacia la aldea Bloodhoof, y debe retornar de inmediato. Deseoso de conocer más acerca del Oráculo y los Tauren, Thrall conduce a la Horda hacia la aldea de Cairne y lo asiste en su defensa.

Una vez en la aldea, la Horda y los Tauren resisten el asedio de constantes olas de Centauros. Eventualmente, el Campeón de los Centauros llegará a pelear y caerá ante las fuerzas unidas de ambos ejércitos. Su muerte motivará la retirada de los centauros.

Cairne agradece a Thrall su apoyo, pero el viejo jefe se encuentra desesperanzado, pues los centauros controlan toda la región, y los Tauren se ven obligados a viajar a las verdes praderas de Mulgore o si no morirán. Desafortunadamente, la velocidad de los centauros no tiene rival en los planos abiertos, y el líder de los Bloodhoof teme que su caravana será aniquilada durante el viaje. Thrall ofrece escoltar a los Tauren a Mulgore a cambio de la información del Oráculo que Cairne le informó. Cairne, intrigado por los orcos y los trolls, accede. La Horda y los Tauren planean una larga marcha a través de los planos del sureste de Kalimdor.

Dos días después, sobre las desoladas llanuras de los Barrenos, Thrall y Cairne intercambian información sobre cada una de sus culturas durante su viaje hacia Mulgore. Thrall nota que Kalimdor es muy similar al mundo destruido de los orcos, Draenor. Cairne relata a Thrall que los Tauren son hijos de la Madre Tierra, y que por ella tienen una cultura pacífica y un estilo de vida propios en esa tierra. En ese momento, varios scouts de la Horda reportan que una banda de arqueros y guerreros centauros se acerca para atacar la caravana. Thrall rápidamente ordena a las tropas que escolta a las bestias Kodo de los Tauren hacia una serie de oasis donde podrán reabastecerse. Cairne y los guerreros Tauren asistirán en la defensa del convoy.

Conforme los centauros continúan el asedio a la caravana durante su viaje, los guerreros orcos y tauren la defienden de las brutales bestias. Eventualmente la caravana logra llegar a Mulgore, pero los centauros casi se encuentran sobre ellos. Llamando al espíritu de la Madre Tierra, Cairne provoca un derrumbe de una formación rocosa, que obstruye el paso de los centauros hacia Mulgore.

Con el paso asegurado, Thrall pregunta a Cairne acerca del Oráculo. Cairne dice que las leyendas hablan de que el Oráculo conoce los caminos del destino y que es Hijo mismo de la Madre Tierra, y que solamente él podrá mostrarle a la Horda su verdadero destino. El Oráculo puede ser hallado en el norte, en lo más alto del Monte Stonetalon. Luego de mostrar agradecimiento por la asistencia de la Horda, Cairne envía sus más finas bestias Kodo para asistir a los orcos y trolls en su viaje. Thrall agradece a Cairne su generosidad y promete nunca olvidar al jefe Tauren. Cairne deja la Horda con una bendición de la Madre Tierra y los Tauren continúan su viaje sobre Mulgore.

Mientras tanto, de regreso en Lordaeron, la Legión inicia su invasión. Las villas humanas son arrasadas por la Guardia del Apocalipsis y los Infernales. Tichondrius aparece y conversa con Mannoroth el Destructor, el barbárico líder de los Señores del Foso. Mannoroth se encuentra disgustado por la facilidad con que los demonios han derrotado a los Humanos. Tichondrius aclara que esto es gracias al trabajo del Azote, el cual exitosamente derrotó a los humanos y Altos Elfos antes de la invasión, cosa que los orcos no pudieron realizar cuando hicieron el pacto de sangre con Mannoroth. A su vez, Tichondrius informa a Mannoroth que los orcos no se encuentran lejos, y que sus agentes los han hallado en Kalimdor, por lo que Mannoroth jura destruirlos por su traición. Sin embargo, Archimonde, que aparece de la nada, le dice que los orcos aún pueden ser útiles a la Legión.

Cinco días después, cerca de las faldas del Monte Stonetalon, la Horda de Thrall continúa su viaje en busca del Oráculo. Sin embargo, hay desazón entre los miembros de la Horda por la falta de un buen combate. En ese momento, a lo lejos, divisan a Grom Hellscream y los Warsong luchado contra los defensores de un asentamiento humano. Sorprendidos de hallar humanos en Kalimdor, la Horda se une a la batalla. Con la base humana en ruinas, Thrall y Grom discuten la situación. Éste último le informa que los humanos se encuentra liderados por una joven hechicera, y han tomado el paso hacia el norte. Thrall ordena explorar el área, y ordena a Grom no atacar a los humanos hasta que sus posiciones estén listas.

Los scouts de Thrall informan que un grupo de Goblins tienen unos zeppelines hacia el norte, los cuales permiten pasar las fuerzas humanas sin tener que pelear con ellas. Sin embargo, la sed de sangre de Grom lo obliga a atacar a los humanos, con lo que las fuerzas de Thrall se ven obligadas a luchar contra ellos. Las fuerzas de la Alianza se encuentran comandadas por Agronnor el Poderoso, Thane de Ironforge al mando de las fuerzas de Gilneas, Buzan el Osado, paladín de la Mano de Plata, y Tann Flamecaster, mago sobreviviente de la destrucción de Dalaran. Todos caen en la batalla. Luego de neutralizar las bases humanas, Thrall confronta a Grom, pero este le responde que los humanos merecen morir, y que la sed de sangre hierve en sus venas, igual que antes, cuando los demonios estaban cerca. Furioso, Thrall envía a Grom y su clan hacia el norte, al bosque de Ashevale, para construir un nuevo asentamiento, mientras él se dirige hacia el Monte a buscar el Oráculo.

Dos días después, en las fronteras del Bosque de Ashenvale, los Warsong construyen un pequeño campamento donde se levantará el asentamiento de los orcos. Grom se encuentra disgustado por que sus bravos guerreros se ven obligados a realizar trabajos manuales. Algunos de sus soldados, entonces, empiezan a temer el bosque, debido a que escuchan extrañas voces en un idioma desconocido que hacen eco en los ancestrales árboles.

Unos momentos más tarde, un grupo de guerreras aparece y ataca a los Warsong, reclamando el irrespeto de los orcos hacia la vida. Grom Hellscream nota que estas se parecen a los Altos Elfos, pero su color de piel es púrpura y son más altas y salvajes. Constantemente, mientras exploran el área, los orcos son atacados por las guerreras, pero la superioridad de los orcos asegura el terreno. Grom, finalmente, halla una pequeña tienda Goblin, donde su dueño, el jovial Neeloc Greedyfingers, le ofrece dos aserradores mecánicos a cambio de matar a líder de una tribu de furbolgs, unos enormes y voraces hombres-oso que viven en lo profundo del bosque, a lo que Grom accede. Con ayuda de los aserradores, Grom logra levantar rápidamente el asentamiento para Thrall.

Mientras tanto, cerca de las Praderas de la Luna del semi-dios Cenarius, Mannoroth y Tichondrius discuten el plan de la Legión para los orcos. Como prevención, Archimonde demanda la muerte de Cenarius antes de invadir Kalimdor, para evitar que éste participe en la defensa. Mannoroth reconoce que Cenarius es extraordinariamente poderoso y le gustaría enfrentarlo en la batalla nuevamente, pero el semi-dios raramente aparece en despoblado. Tichondrius y Archimonde creen que los orcos pueden matar a Cenarius por la Legión, solamente necesitan de un pequeño incentivo. Entonces, Mannoroth vierte su sangre ardiente en la fuente de Cenarius, con el objetivo de que los orcos la beban y reaviven la sed de sangre.

A la mañana siguiente, en Ashenvale, los orcos han construido un nuevo asentamiento. En ese momento, Cenarius aparece y destruye el campamento, utilizando a sus tnospamts y los elfos nocturnos, como retribución por la destrucción del bosque. Superados por las fuerzas enemigas, los orcos cruzan el río en retirada, y Cenarius hace crecer nuevamente, con sus poderes, los bosques. Buscando una manera de derrotar a Cenarius, Grom envía a un grupo a explorar la parte más profunda del bosque. Estos descubren una fuente que irradia un gran poder, resguardada por Sátiros, los cuales son rápidamente despachados por los orcos. Sin embargo, uno de los curanderos troll advierte a Grom que el poder que emana de la fuente es maligno, pero éste no le da importancia: está decidido a acabar con Cenarius bajo cualquier precio. Uno de sus soldados le dice que eso estaría en contra de todo lo que Thrall les ha enseñado, pero Grom bebe de las oscuras aguas, e inmediatamente, él y sus orcos se transforman en Orcos del Caos.

Movidos por la magia demoníaca, las fuerzas de los Warsong atacan el territorio de Cenarius. Con sus nuevos poderes infernales, los Warsong rápidamente derrotan a los Elfos Nocturnos y asesinan a Cenarius, cuya armadura divina es vulnerable a la magia de los demonios. Mientras agoniza, Cenarius dice a Grom que los demonios han hecho muy bien su trabajo al corromper a los orcos. Cuando Grom proclama que los orcos son libres del poder de la Legión, Cenarius le refuta diciendo que “no son mejores que la maligna bilis que corre por sus venas”. En este momento, Mannoroth aparece y le dice a Grom que los orcos son nuevamente propiedad de la Legión. Grom protesta diciendo que los orcos son libres, pero Mannoroth, burlándose, le dice que es su sangre la que le da poder a sus fuerzas y que a partir de ahora le servirá solo a él.

En ese mismo momento, en la base del monte Stonetalon, los scouts de Thrall informan al Señor de la Guerra que las fuerzas humanas se han posicionado cerca de la entrada al Oráculo. La Horda se ve obligada a atacar la base humana. En ese instante, los Tauren, con Cairne a la cabeza, llegan para asistir a sus aliados orcos. Dado que la base humana se encuentra en una alta planicie sobre las rocas, Cairne sugiere pedir ayuda a los Wyverns, una raza de criaturas voladoras, para atacar la base.

Sin embargo, los Wyverns han sido capturados por un grupo de Harpías, y la Horda tiene que rescatarlos primero. Una vez de su lado, los Wyverns realizan un ataque aéreo sobre la base humana y la toman. La joven hechicera humana y sus seguidores huyen a lo profundo de la caverna, y la Horda se prepara para perseguirlos.

Veinte minutos después, dentro de la cueva, Thrall y Cairne deciden separarse para explorar el laberinto. Thrall, liderando un grupo de orcos y trolls, tiene que enfrentarse a una serie de criaturas de ultratumba y monstruos ancestrales que se encuentran prisioneros en el laberinto, hasta que finalmente llega a un cruce que se encuentra resguardado por una estatua. Asombrosamente, la estatua comienza a hablar. Dice llamarse Aszune, una antigua princesa Elfa Nocturna que una maldición convirtió en piedra. Su estatua ahora resguarda el camino al Oráculo, y nadie podrá pasar hasta que su corazón le sea devuelto. Explorando las cavernas, los orcos hallan a un dragón rojo peleando con unas harpías. Thrall ordena unirse a la batalla y ambas fuerzas son derrotadas. Al morir el dragón, deja caer un extraño medallón con una gema que trae la efigie de Aszune. Thrall regresa su corazón a la estatua, que les cede el paso. Sin embargo, se encuentra con un río de lava que no pueden cruzar. En ese momento, Cairne y sus Tauren aparecen. Durante su búsqueda, encuentran otra gema, que al parecer encaja perfectamente en una abertura cerca de la estatua de Aszune. Al colocarla, un puente de energía se forma sobre el río de lava, permitiendo a los miembros de la Horda pasar hacia el otro lado.

Thrall y Cairne llegan al salón del Oráculo, y se topan con los humanos y su joven hechicera, que no es otra que Jaina Proudmoore. Cuando ambas facciones se preparan para pelear, una poderosa voz les ordena respetar la solemnidad del lugar. Asombrado, Thrall reconoce al Profeta. Éste le presenta a Jaina Proudmoore, líder de los sobrevivientes de la Alianza de Lordaeron. Es cuando Thrall se entera de que la Legión Ardiente está arrasando Azeroth y que Lordaeron realmente ha caído. Los demonios se dirigen ahora hacia Kalimdor, y la Horda y la Alianza deben unirse para combatirlos, o todo estará perdido. Aunque ambos se resisten al principio, Thrall y Jaina entienden su deber, y acceden a unir sus fuerzas. Lamentablemente, el Profeta también advierte a Thrall que Grom ha caído bajo la maldición de la Legión, y que el destino de la Horda solamente podrá estar seguro si el Warsong es rescatado de la influencia demoníaca.

Tres días después, cerca de la entrada a los Barrens, Thrall, Jaina y Cairne discuten cómo liberar a Hellscream y los Warsong del control de la Legión. Jaina le entrega a Thrall una esfera mágica, en la que éste deberá capturar a Grom. Una vez capturado, deben regresar a la base de Jaina, donde los sacerdotes Altos Elfos y los chamanes orcos lo liberarán de la corrupción. Thrall agradece a Jaina su asistencia y ella parte hacia su base.

Una vez que los héroes regresan a su propio campamento, Cairne nota que Thrall está turbado. El Señor de la Guerra está frustrado por tener que combatir a sus propios hermanos para salvarlos de la extinción a manos de la Legión.

Conforme la Horda y la Alianza van haciendo su camino hacia el campamento Warsong, el cielo se enrojece y enormes meteoros empiezan a caer: Los Infernales de la Legión han llegado. La Legión se ha enterado de los planes de Thrall y Jaina, y deben ser detenidos o todo se perderá. Muchos valientes guerreros caen ante las demoníacas fuerzas combinadas de los orcos Warsong y sus guardianes de la Legión, pero finalmente el camino a Grom logra abrirse. Thrall confronta a Hellscream directamente, tratando de persuadir a Grom de acompañarlo sin resistencia. Hellscream se niega, clamando que el destino de los orcos es servir a Mannoroth y la Legión. Thrall no conoce a Mannoroth y cree que Grom está alucinando, pero Hellscream le replica que Thrall solamente conoce la mitad de la historia. Cruelmente, le revela que los Jefes de los Clanes, para sellar su pacto con los demonios, bebieron por propia voluntad la sangre de Mannoroth, y que él, Grom Hellscream, fue el primero de todos. Thrall pierde el control ante la aplastante verdad y lucha con el Jefe Warsong hasta que logra encerrarlo en la esfera mágica, regresando rápidamente a la base de Jaina.

Después de muchos conjuros y oraciones por parte de los sacerdotes y los chamanes, el jefe Warsong es purificado y, avergonzado, solicita a Thrall su perdón por sus acciones, pero Thrall le dice que lo necesita para liberar a los orcos de la maldición de los demonios para siempre. Grom le dice que en el cañón cercano podrán enfrentarse cara a cara con Mannoroth en persona.

Ambos jefes ingresan precavidamente dentro del cañón. La risa burlona de Mannoroth hace eco entre los muros. El sabía que vendrían a buscarlo, pero ellos deben saber que la Horda nunca podrá librarse de la influencia de la Legión. El gigantesco Señor del Foso aparece detrás de los héroes orcos y comienza a ofenderlos. Thrall intenta herirlo con el Doomhammer, pero Mannoroth logra defenderse usando una de sus alas, y cargando contra los orcos, logra lanzar a Thrall hacia una de las paredes y dejarlo inconsciente. Mientras Grom trata de recuperarse del ataque, Mannoroth lo incita, diciéndole que, en lo profundo de su ser, Grom sabe que ambos, él y Mannoroth, son lo mismo. Con sus ojos enrojecidos por la furia, Grom lanza su grito de guerra y arremete contra Mannoroth. El Señor del Foso logra rechazar a Grom con su espada, pero el hacha del Warsong se ha clavado profundamente en el pecho del demonio. Mortalmente herido, Mannoroth colapsa, y estalla en una furiosa ola de fuego.

Con serias quemaduras, Grom cae y espera la muerte. Thrall, herido, se acerca a su amigo moribundo y escucha sus últimas palabras. Lentamente, sus ojos enrojecidos por la furia vuelven a tener su color normal, y Grom siente cómo la influencia demoníaca va extinguiéndose en su ser: se ha liberado a sí mismo. Por primera y última vez en su vida, Grom, el líder de los Warsong, el imbatible, el más valiente y feroz de los guerreros en todas las guerras orcas, siente la tranquilidad de la paz, mientras se reúne con los espíritus de sus ancestros. Pero la muerte de Grom no sólo lo ha liberado a él: ha liberado a todos los orcos de la maldición de la sed de sangre.




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