Autor Tema: Archimonde  (Leído 1491 veces)

Shadowye

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Archimonde
« en: 18 Mayo, 2014, 16:00:06 »
Veinticinco mil años atrás, Archimonde fue uno de los tres líderes (los otros eran Kil'jaeden y Velen) de los eredar en su mundo de origen, Argus. Sargeras contactó con los tres mandatarios ofreciéndoles inmenso poder a cambio de su total lealtad. Archimonde y Kil'jaeden aceptaron sin dudar dicha oferta, sin embargo Velen no solo la rechazo, sino que se rebeló y huyó de Argus junto a sus seguidores, los draenei.

Archimonde fue designado con el rango de comandante de campo de las fuerzas de la Legión Ardiente; su función era dirigir las tropas y supervisar las invasiones militares. Kil'jaeden se encargaba de las operaciones secretas y reclutaba nuevas razas y esbirros para la Legión. Debido a sus cargos, cada uno creó su propio linaje de demonios que competían entre ellos por el favor de sus amos. Los señores del foso y guardias del apocalipsis servían a Archimonde; mientras que los señores del terror y sacerdotes de las Sombras siguieron a Kil'jaeden.

 Nada más materializarse en Azeroth, la primera orden de Archimonde fue poner a Tichondrius al mando de La Plaga, aduciendo que el Rey Exánime había cumplido su propósito y ya no era de más utilidad. Sin embargo Archimonde desconocía que el Ner'zhul había estado preparando en secreto, un plan alternativo para evitar ser destruido, ahora que su presencia carecía de valor para la Legión.

Archimonde demostró su poder destruyendo la ciudad de Dalaran con un poderoso hechizo que convocó con una sola mano, debilitando más si cabe la defensa del reino humano de Lordaeron en el norte. Sus hordas de demonios pronto empezaron a llegar, y al frente de ellas se encontraba nuevamente Mannoroth. Juntos recorrieron Lordaeron, arrasando lo que encontraban a su paso.

Tichondrius no tardó en darse cuenta que los orcos habían desaparecido, motivo por el cual, los demonios se lanzaron a su búsqueda már a través hasta llegar a Kalimdor. Allí descubrieron también a los elfos de la noche que los habían derrotado diez mil años antes, ayudados por la presencia del semidios Cenarius. Archimonde, Mannoroth y Tichondrius trazaron un plan para volver a esclavizar a los orcos y tratar de destruir a los elfos. Su estrategia tuvo cierto éxito ya que, nuevamente, la sangre de Mannoroth fue consumida por Grom y su clan que se corrompieron y acabaron con Cenarius. Sin embargo, Grom fue liberado de la maldición demoniaca gracias a Thrall y Jaina, que le plantaron cara a Mannoroth acabando con su vida y liberando a los orcos de la maldición.

A pesar de las muerte de Mannoroth, Archimonde logró lo que quería: la destrucción de Cenarius. Con el semidios muerto, dio la orden para que comenzara la invasión de Kalimdor donde solo los elfos liderados por la sacerdotisa Tyrande parecían plantarles cara. El objetivo de Archimonde se encontraba en al cima del Monte Hyjal. Allí se encontraba Nordrassil, el Árbol del Mundo que se había plantado tras la Guerra de los Ancestros y que atesoraba la mayor fuente de poder que conocía Azeroth.

Tras abrirse paso luchando contra los Centinelas y el ejército unificado de la Alianza y la Horda, que habían aunado esfuerzos para detener el avance de los demonios, Archimonde se dirigió hacia la cima de Hyjal mientras Tichondrius usó la Calavera de Gul'dan para corromper los bosques de Vallefresno, consiguiendo que muchas criaturas se unieron a su ejército.

 Cuando la Legión llegó al Monte Hyjal, Archimonde se dirigió hacia Nordrassil mientras su ejército mantenía ocupados a la resistencia de la Alianza y la Horda. Una vez allí, comenzó a drenar las energías del Árbol del Mundo, del que no solo consiguió un gran poder sino que atacaó la fuente de inmortalidad de los elfos. Viéndose amenazados, Tyrande, Thrall y Jaina junto a los trol del Shadowtooth, y los Furbolgs de piel de corteza consiguieron acabar con Azgalor (el sucesor de Mannoroth como líder de los Señores del Foso), Ira Fríoinvierno y Anetheron, dejando a Archimonde solo al frente de la Legión.

Cuando los supervivientes de las bases humanas, orcas y élficas llegaron a la cima, se encontraron a un gigantesco Archimonde encaramado a Nordrassil, dispuesto a acabar con el Árbol sagrado. Ningún mortal parecía poder detenerle, algo que el propio Archimonde pronto comprendió, dejando de prestar atención a aquellos que se congregaban a sus pies para asistir a la victoria de la Legión. Demasiado insignificantes y demasiado lejos como para poder llegar a tiempo para detenerlo.

Fue entonces cuando Malfurion hizo sonar el Cuerno de Cenarius, haciendo que los miles de fuegos fatuos que se congregaban a los pies de Nordrassil, se dirigieran hacia el demonio y lo envolvieran, provocando una gigantesca explosión que no solo consumió a Archimonde, sino que incineró toda la vegetación de la cima de Hyjal, Nordrassil incluído, que quedó arrasada, pasto de las llamas.

Archimonde se había ido para siempre mientras que Nordrassil se recuperaría con el tiempo. La propia naturaleza encargaría de devolver el equilibrio al mundo.

Sin embargo, la Legión sufrió un contratiempo cuando Tichondrius fue derrotado por Illidan que robó la calavera de Gul'dan y adquirió increíbles poderes. Su muerte no pareció preocupar a Archimonde que nombró a Anetheron, como su sucesor, ayudado por Ira Fríoinvierno, uno de sus exánimes más leales.
« Última modificación: 18 Mayo, 2014, 16:02:15 por Shadowye »



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Re: Archimonde
« Respuesta #1 en: 18 Mayo, 2014, 16:02:32 »
Cuando la Legión llegó al Monte Hyjal, Archimonde se dirigió hacia Nordrassil mientras su ejército mantenía ocupados a la resistencia de la Alianza y la Horda. Una vez allí, comenzó a drenar las energías del Árbol del Mundo, del que no solo consiguió un gran poder sino que atacaó la fuente de inmortalidad de los elfos. Viéndose amenazados, Tyrande, Thrall y Jaina junto a los trol del Shadowtooth, y los Furbolgs de piel de corteza consiguieron acabar con Azgalor (el sucesor de Mannoroth como líder de los Señores del Foso), Ira Fríoinvierno y Anetheron, dejando a Archimonde solo al frente de la Legión.

Cuando los supervivientes de las bases humanas, orcas y élficas llegaron a la cima, se encontraron a un gigantesco Archimonde encaramado a Nordrassil, dispuesto a acabar con el Árbol sagrado. Ningún mortal parecía poder detenerle, algo que el propio Archimonde pronto comprendió, dejando de prestar atención a aquellos que se congregaban a sus pies para asistir a la victoria de la Legión. Demasiado insignificantes y demasiado lejos como para poder llegar a tiempo para detenerlo.

Fue entonces cuando Malfurion hizo sonar el Cuerno de Cenarius, haciendo que los miles de fuegos fatuos que se congregaban a los pies de Nordrassil, se dirigieran hacia el demonio y lo envolvieran, provocando una gigantesca explosión que no solo consumió a Archimonde, sino que incineró toda la vegetación de la cima de Hyjal, Nordrassil incluído, que quedó arrasada, pasto de las llamas.

Archimonde se había ido para siempre mientras que Nordrassil se recuperaría con el tiempo. La propia naturaleza encargaría de devolver el equilibrio al mundo.