Autor Tema: Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)  (Leído 11558 veces)

Ragnaroc

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Se me bloqueó el otro post, así que hago las historias combinadas.
 Lidian es una joven elfa que se crió como paladina bajo las enseñanzas de un veterano en el campo de batalla, Ragnaroc. Tras un encontronazo con un escuadrón de la alianza en la Tundra Boreal, fue capturada junto al capitán humano Abismos por La Plaga de En'kilah. Ambos se enamoran y finalmente logran escapar de su aciago destino. Cada uno siguió su camino pero, tras la caída del Rey Exánime, pueden volver a unirse...

1.-Parte: En Dalaran.

 La luz del alba bañando mi rostro me obliga a despertar. Abro lentamente los párpados y me veo envuelta por los fuertes y cálidos brazos de Abismos. Los labios se me tuercen en una sonrisa. ¡Al fin de vacaciones! La misma noche que empezaron mis vacaciones pagadas de la cruzada argenta Abismos ya estaba esperándome en un grifo para traerme a Dalaran.
   Ahora finge estar dormido. Se nota que ya está despierto, y aun sigue fingiendo, que tonto. Hago un pequeño movimiento y me acurruco aun más entre sus protectores y seguros brazos como si fuera una niña.
-Buenos días, humano.-Le digo en un murmullo para hacerle saber que no puede engañarme. Él acerca sus labios a mi cabeza y me susurra al oído con pasión:
-Buenos días, cariño. ¿No quieres quedarte un poquito más?-Sus brazos se apartan y empieza a palpar mi cuerpo con sus manos, lo acaricia y me transmite sus deseos a través del tacto. Hemos estado tanto tiempo separados…
-Bueno, creo que podemos quedarnos un poquito más.

  Otro hermoso y radiante día en la preciosa ciudad de Dalaran. Los rayos de luz cubren toda la ciudad mágica y reacciona con los edificios desprendiendo colores azules, naranjas, violetas… ¡es precioso! Los niños juegan en la calle, los aprendices de magos hablan de sus estudios en cada esquina, los grandes maestros comparten su sabiduría y los aventureros se reúnen frente a los bancos de la ciudad como han hecho siempre, solo que esta vez, yo ya no estoy entre ellos. Aunque de vacaciones parecen completamente diferentes; sus llamativas armaduras, a cual más vistosa, encandilan a los chiquillos que corretean de un lado a otro con sus majestuosos diseños. Cuando les ves de esa forma, parece como si fueran modelos, no guerreros en busca de batalla.
-¿Quieres unirte a ellos?-Me pregunta. Me giro para contestarle, pero su aspecto me corta la respiración. Tiene puesta la misma camisa que llevó cuando nos encerraron en la ciudad de La Plaga, vieja y roída como la cartera de un pícaro, unos pantalones rotos y viejos también y unas botas cubiertas de sangre seca y de barro. Eso me lleva a pensar que yo no estoy mejor… Desde la invasión a Lunargenta he tenido pocas situaciones en las que he podido comprar ropa nueva. Os contaré un secreto: me he puesto más armaduras en una semana que vestidos en toda mi vida, ¿no os parece triste? Quiero sentirme como una chica normal con su novio, también normal, bueno, “normal” entre comillas. Pero no puedo sentirme así con un vestido que lleva en mi maleta desde que… ¿desde cuándo tengo yo un vestido?
-Prefiero que vayamos a comprar ropa, humano.
-Pero esto aun me sirve.-Responde. Creo que habla en broma. Tiene que estar hablando en broma.
  Sus ojos decididos y firmes como si marchara a la guerra me dicen que no está de broma. Me llevo la mano a la cabeza y suelto un largo suspiro.
-¡Como se nota que eres de campo!
  Desde luego, no espero que responda otra vez. Le agarro de la mano con toda la fuerza de la que dispongo y me lo llevo corriendo. Al hacerlo, pisa mal y casi se cae. Agita los brazos como un pájaro y hace movimientos extraños que me dan ganas de reír. De todas formas intento (intento) mantenerme seria y le meto en la primera tienda de ropa que encuentro. “Los hilos del destino” reza el cartel.
  Entro y comienzo a echarle mano a toda la ropa que llega a mis manos.
-¿Vamos a comprar todo esto?
-¡Por supuesto que no!
-¿Entonces?
-¡Parece como si nunca hubieras ido de compras!-A decir verdad, tampoco es que yo sea la diosa de la moda, ¡pero es que Abismos es más rural que los tauren, por la luz!
  Le tengo que llevar de la mano hasta los probadores como si fuera un niño, definitivamente toda la ropa la ha heredado de su hermano mayor o es su madre siempre le compro la ropa, una de dos. Cuando al fin se mete en el probador puedo comenzar la “evaluación”.
-Eso no te pega, humano… Eso te hace parecer gordo… ¡Jajaja, pareces un pingüino!... Eso es una armadura, no un traje, ¡vuelve al probador!... ¡Quita eso de mi vista!... ¡Eso me gusta!
   Al final damos con un traje que le queda fantástico; un esmoquin azulado al puro estilo élfico con delicados contornos dorados en las mangas y en el cuello. Además es una ropa suave y suelta, no se podrá quejar.
-¿Y a ti que te parece?
-Con esto parece como si dudara de mi sexualidad…
-¡No seas tonto, te queda estupendo, humano!
-Si tú lo dices será cierto.
-¡Ese es el espíritu, ahora mi turno!
  ¡Me embarga la emoción! Hace tanto tiempo desde que no probaba un vestido que ya ni me acuerdo como sienta comprarse ropa. ¡Además los vestidos tienen una belleza mágica! Cálmate Lidian, conserva la compostura. ¡No puedo! Empiezo a probarme uno tras otro hasta que doy con uno que me gusta: Es un vestido rojo como la sangre brilla con magia, de falda y mangas largas. Su  escote en forma de pico me llega hasta el ombligo y sus mangas simulan la forma de una flor, ¡es perfecto! Incluso tiene una abertura en la pierna derecha al estilo oriental que deja al descubierto mi muslo desnudo, espero que a Abismos le guste.
  Salgo del probador.
-¿Qué tal me queda?
  No exagero cuando digo que se le cae la baba. Me miro una última vez al espejo y veo como contrasta el color rojo del vestido con mi pálida piel. Está decidido, me lo compro.
  Al salir de la tienda con varias bolsas de ropa me percato de que ya es mediodía, ¡aun tengo tiempo para comprar zapatos!
 
Finalmente y tras un largo día de compras con mi chico, pasé de tener tres mil oros en mi cartera a tener poco más de ochocientos. Ya sé que como paladina debería de ser austera y humilde… ¡pero llevo siéndolo toda mi vida! Merezco un descanso de todo, y Abismos también.
  Subimos a nuestra habitación en la posada, dejamos las cosas y me pongo guapa para disfrutar de una noche con Abismos.
  Salgo del cuarto después de maquillarme y de vestirme (con el vestido que le hizo babear) y pongo pose de modelo.
-Guau.-Dice.
-¿Te gusta lo que ves, humano?
-Me encanta.
-Tú también estás guapísimo.
 Sonríe un poco y se sonroja.
Ahora toca disfrutar de la noche.
« Última modificación: 16 Junio, 2015, 18:47:39 por Ragnaroc »



Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)
« Respuesta #1 en: 01 Junio, 2015, 21:54:00 »
2.-Parte: Unión.
 
  Si de día la ciudad ya parecía mágica, de noche es un espectáculo celestial. Aunque lo más mágico de todo es el contacto con Lidian.
  Ambos tomados de la mano, pegaditos y caminando lentamente a través de las adoquinadas calles de los barrios de la ciudad. Muchas otras parejas y grupos de amigos y aventureros también se pasean por Dalaran, encandilados todos por las luces de los escaparates de los vendedores ambulantes que danzan juguetonas sobre las mercancías y por los ilustres magos que lanzan coloridos hechizos explosivos al cielo y que terminan detonando en forma de grandes explosiones de luces azules, rojas, blancas o amarillas. Lidian y yo nos quedamos hipnotizados por ese juego de luces sobre el fondo negro del cielo.
  Aprovecho la oportunidad y le paso el brazo izquierdo por encima del hombro. Ella no hace ningún ademán de apartarse, por lo que la arrimo contra mí y apoyo mi cabeza sobre la suya.
-Yo nunca había visto algo parecido a esto.-Le digo.
-Yo tampoco. Ni siquiera la fuente del sol era tan bella como esto…
-Pero yo creo que si había visto algo más bello que esto antes.
-¿El qué?
-Tú.
  Lidian levanta la cabeza y me mira a los ojos. Su cara brilla con los colores de la magia que iluminan el cielo y sus ojos, como enormes esmeraldas, reflejan el brillo de los destellos de los hechizos. Parece un ángel.
  Por instinto acerco la mano derecha a su mejilla y la acaricio con dulzura. Arrimo mi cara a la suya y la beso bajo las luces arcoíris del cielo. Ella desliza sus manos por mi cara y por mi pelo mientras nuestros labios se funden en un beso de verdadero amor. A su lado es como si nada malo pudiera pasar y, en cierta medida, todo el dolor que he llevado soportando toda mi vida se va diluyendo. Lidian es definitivamente la persona con la que quiero estar hasta el fin de mis días; junto a ella me siento fuerte, protegido y parece como si a su lado aun tuviese importancia en este mundo.
-Lidian…
-¿Sí, humano?
-¿Qué te parece si cenamos algo?
  Me aparta de un empujón y me mira. Conozco esa mirada; solo si me comporto. Asiento suavemente con la cabeza y reverencio. Con lo juguetona que es, me seguirá el juego.
-Mi lady.
-Sí, mi caballero.-Disfruta con esto igual que yo.
  Tomo su mano y la beso, antes de dirigirla a la posada más lujosa que pueda encontrar.

   Salgo de “La bienvenida de un héroe” completamente lleno. ¡No he comido tan bien en toda mi vida, eso desde luego! Filetes de colmipala, mantas al horno, sopa de almejas calentita, trucha con mantequilla y gelatina negra de postre. Casi no puedo ni caminar. Aunque ahora no puedo evitar sentirme culpable: ni Lidian ni yo estamos preparados para la vida de la opulencia, venimos de familias humildes y entrenados en los valores de los paladines como la humildad, el autocontrol… Ella intenta ocultarlo, pero sé que también se siente mal.
-Parecemos reyes, cariño.
-Ya, pero se nos está acabando el dinero, no podremos vivir de esta forma para siempre.-Dice, y continuamos caminando hasta llegar a la plaza central de Dalaran donde se encuentra el monumento a los caídos.
-Bueno, respecto a eso…-Me paro.-He pensado que, con el dinero que tenemos ahorrado, podríamos montar nuestra pequeña farmacia. Los dos somos expertos en el uso de las hierbas medicinales y la vida de héroe nos queda grande ya…
-¿Estás diciendo que abandone la cruzada?
-El rey Exánime ya está muerto, el mundo puede descansar de nuevo. Tú y yo al fin podemos estar juntos de nuevo y… tener una familia. Porque yo te amo Lidian, tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
  Lidian se sonroja, aunque seguramente yo estoy igual. Me arden las mejillas, me suda todo el cuerpo, la respiración se me acelera, mi corazón late como si me fuera la vida en ello, pero eso no me va a impedir lo que llevo queriendo decirle desde que me enamoré de ella. Ya he esperado mucho para ser feliz. Hinco una rodilla en el suelo y tomo entre mis manos la de Lidian. El pulso me va a mil y mi camisa ya chorrea. No hay vuelta atrás.
-Lidian, ¿quieres casarte conmigo?
  Lidian queda en estado de shock por unos segundos.
  De repente, da un salto y me abraza.
-¡Sí que quiero humano!-Grita con lágrimas en los ojos.
  No aguanto más y todos los nervios que tenía acumulados salen de golpe en forma de lágrimas.
  Al fin. Al fin podremos ser felices.

« Última modificación: 16 Junio, 2015, 18:48:55 por Ragnaroc »

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)
« Respuesta #2 en: 02 Junio, 2015, 16:59:00 »
3.-Parte: Sé un árbol.

  ¡No me lo puedo creer! Aun me tiemblan las manos de emoción. No he podido dormir en toda la noche. ¡Abismos me pidió que me casara con él! ¡Por la luz! Me duele la cara de tanto sonreír y aun así no puedo dejarlo.
  Me revuelvo en la cama.
-¿Tú tampoco puedes dormir?-Me pregunta.
-No.
-Si quieres echarte atrás, puedes hacerlo ahora.
  ¿¡Cómo!? ¿¡Qué ha dicho!?
-Yo nunca me echo atrás, humano. ¿No estarás enmascarando tu propio miedo conmigo?
-No. Jamás había estado tan seguro de algo en toda mi vida. Es la mejor decisión que he tomado, te lo aseguro.
  Asiento un poco y hundo la cabeza entre las sábanas.  Voy a renunciar a la cruzada y a todos mis compañeros por él. ¿Estoy tomando la decisión correcta?
-¡Ey, Lidian! ¿A dónde vas?
-Necesito ver a un antiguo amigo. Volveré antes de que amanezca.
  Me levanto de la cama, me pongo la armadura lo más rápido que puedo y me voy.

  -Con que él te ha propuesto matrimonio y tú no sabes si seguir con él y abandonar a la cruzada o ser fiel a tus camaradas y a tus promesas de proteger al débil.
  El maestro sabe lo que pienso tan solo con ver mi mirada. Es increíble.
Aun así, el maese Ragnaroc prefiere seguir mirando el horizonte desde el balcón en vez de prestarme atención. Aunque no me molesta. Desde que inicié el aprendizaje como paladina él siempre ha sido así: tranquilo, callado… Nunca le he visto perder la calma ni tomar una decisión equivocada.
-Exacto, maestro.
-No entiendo a qué has venido, no soy yo quien tiene que decidir.
-Pero no sé qué hacer… Mi vida entera depende de esta decisión. Si me voy con el humano, seré una traidora y si me quedo con la cruzada, le romperé el corazón.
  Intento buscar una mirada suya de apoyo o una de estas miradas de sabiduría que tienen los viejos cuando van a decir algo importante, pero no aparta la mirada del vacío. Solo observa el horizonte en silencio y con el rostro serio.
-Tú eres como una armadura.-Dice después de meditar.
-No entiendo lo que quieres decir, maestro.
-Piensas en los demás antes que en ti misma. Si sigues así, solo terminarás abollada y maltrecha intentando proteger a los demás.
-Pero…no entiendo. Tú me enseñaste que los paladines…
-Fíjate ahora en los árboles. Ellos no se preocupan por los demás. Ellos crecen y se cuidan a sí mismos. Una vez han crecido, sirven de refugio para todas las criaturas del bosque. Búhos, ardillas, todos se esconden tras la dura corteza que el árbol creó para sí mismo.-Suelta las manos de la barandilla y las pone con firmeza sobre mis hombros. Ahora me mira con su mirada de sabiduría paternal que ansiaba.-Tú debes de ser igual a un árbol, Lidian. Solo haciendo las cosas que son por tu bien lograrás hacer bien a los demás. Ahora dime, Lidian, ¿qué es lo que realmente quieres?
-Yo…quiero…
  El maese Ragnaroc me acaricia la mejilla y se marcha en silencio. No voy detrás de él. Cuando le necesite volverá.
  Me recuesto sobre la barandilla. Seré un árbol.
« Última modificación: 16 Junio, 2015, 18:51:37 por Ragnaroc »

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #3 en: 16 Junio, 2015, 18:55:45 »
4.-Parte: Promesas de salvación.
    Después de que Lidian se fuera sin decirme a donde iba decidí dar un paseo yo también, aunque con la armadura puesta. El traje que me compré ayer sigue sin gustarme.
   Sin darme cuenta he terminado en la fuente de Dalaran, la que supuestamente concede deseos. Por mera superstición y ya que estoy aquí me saco una moneda de la faltriquera y la arrojo a la fuente, depositando en ella mis más fervientes deseos de ser feliz con Lidian.
-Parece como si ya tuvieras la vida resuelta, joven.-Sin comerlo ni beberlo, un elfo de sangre se para a mi lado. No parece adulto, ni siquiera para el ya de por sí aspecto juvenil de los elfos como para tacharme a mí de “joven”. Probablemente solo sea un joven mago con curiosidad.
-Sí. Pronto me casaré con la mujer que amo y podré llevar una vida tranquila. Así que, sí, tengo la vida resuelta.
-Eso está muy bien… pero pensaba que habías jurado proteger a los débiles.
-¿Qué? ¿¡Cómo sabes tú eso!?
-Porque necesito de tus servicios. Y me gusta conocer a la gente con la que trabajo.
-Anda, vete a estudiar magia y déjame tranquilo.
-Pero tú juraste defender a todos después de tu fracaso en Petravista y después de que los Defias mat…
-Escucha, pequeño.-Le agarro por las solapas de la toga y lo levanto para que no termine la maldita frase.-No sé qué estás diciendo, pero me estás empezando a molestar. Mejor que te largues ahora si no quieres que borre esa linda cara de la faz de Azeroth.
-Soy Septi, el brujo. Y he venido a proponerte una oferta que no podrás rechazar: Cambiar el destino de Petravista y de tu familia.
-¡Deja de burlarte de mí!-Alzo el brazo para soltarle un puñetazo.
-Si me das un minuto te lo explicaré.
  Suspiro para calmarme y bajo el brazo. Solo un milagro podría salvarle ahora del golpe que le daré. Y juro por lo más sagrado que como sea una broma le haré lo mismo que le hice a Keleseth en En`kilah.
-Habla.
-He encontrado la forma de viajar al pasado, al momento del ataque de los orcos a los cuarteles de Petravista. Así podrías enmendar tu error. Podrías salvar a todos tus camaradas que dieron su vida.
-No puede ser. ¿Cómo sé que puedo fiarme de ti? ¿Y qué demonios ganas tú con todo esto?
-Digamos que yo también tengo cuentas que arreglar en el pasado y no puedo volver yo solo.
-Ah…-Le lanzo contra el suelo y me aparto. Las manos me tiemblan de rabia e intento respirar contando del uno al diez.-Mira, chaval. Aunque quisieras volver al pasado, no puedes.
-He encontrado la forma: Las Cavernas del Tiempo.
-¿Dragones de bronce?
-Exacto. Solo su fuerza es lo suficientemente potente como para devolvernos a la época de nuestro fracaso y permitirnos redimir nuestros errores.
-¿Ellos accederán voluntariamente?
-No. Pero contaré con vuestra fuerza y con la de otros voluntarios que también quieren ayudar.
-Poder salvar la vida de mi familia… No lo veo posible.
-Sígueme y te lo demostraré, Abismos. Si no lo conseguimos, te permito destriparme vivo. Solo necesito que me ayudes a abrir los portales.
-Bien, no olvides tu promesa cuando tus intentos fallen y esté arrancándote el hígado.
-Lo tendré en cuenta, joven.

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #4 en: 16 Junio, 2015, 19:07:36 »
5.-Parte: Una misión de despedida.

  Al llegar a la posada después de mi encuentro con el maese Ragnaroc me encuentro de nuevo con él esperando en el portal junto a otros cuatro individuos. Elfos los cuatro, pero completamente diferentes los unos de los otros; el más alto de los cuatro va cubierto por una armadura de metal negro y azulado que simula ser una coraza hecha de calaveras similar al que portó Darion Mograine en la capilla de la Luz, cuando se formaron La cruzada Argenta y la Espada de Ébano y en cuya espalda espalda lleva colgada una perfecta copia de acero cobrizo de Aullavísceras.
  La chica que va a su lado es más pequeña que yo y también es una caballera de la muerte, aunque ella lleva una armadura más… ligera. Su torso y sus piernas cenicientas están casi completamente al desnudo, tan solo cubiertas por una reducida armadura de colores dorados.
 Al otro lado de la entrada hay dos pícaros, uno hombre ataviado con una armadura de cuero plateada y la otra pícara con una armadura con una armadura negra y con un ojo parchado.

-¿Maestro, qué hace usted aquí?
-Me han traído aquí para una misión contigo.
-¿Conmigo?
-Sí. Según nos han contado, hay una oportunidad de volver al pasado y salvar a todos aquellos que murieron en el momento de la invasión de La Plaga sobre Quel’thalas. Yo también desconfío de la misión, pero vale la pena que comprobarlo si hay una pequeña posibilidad. Y según tengo entendido, tu pareja también ha aceptado ir.
-¿El humano?
-Sí, ahora vamos a las cavernas del tiempo, nos esperan allí.
-¿Y esta gente?-Bajo la voz para que solo me oiga él.
-He estado hablando con ellos. No son malas personas, no te dejes guiar por sus fetiches.
-¿Sus…fetiches?
-Créeme cuando te digo; no quieres preguntar por qué.
   En cierta forma me siento aliviada. Saber que aun tengo algo importante que hacer por los demás me reconforta. Bueno, consideraré esto como… una misión de despedida.

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #5 en: 17 Junio, 2015, 18:11:19 »
6.-Parte: Las antiguas laderas de Trabalomas
 
  Más que asombro, mi cuerpo se estremece y siento un extraño miedo por el infinito Universo que se extiende sobre nuestras cabezas, aun estando bajo tierra. Tengo el presentimiento de que de que, aunque tuviese una eternidad para comprender las Cavernas del Tiempo, no lograría descifrar sus secretos.
  Los flujos de energía que fluyen a través de las rocas y del universo desconocido que las rodea no son como la magia de los magos de Dalaran, eso me fascinaba y me producía curiosidad, he de admitir que esto me aterra.
-Abismos, no estás prestando atención.-Dice el elfo brujo.
-¿Qué querías decirme?
-Que para poder movernos por el espacio-tiempo necesitamos un “transporte”.-Su voz se vuelve más siniestra, aunque a lo mejor son imaginaciones de mi mente abrumada por el enigmático lugar.-Un ser que esté dispuesto a cambiar el tiempo a nuestro favor.
-¿Y qué tienes pensado?-Pregunta el pícaro.
-Veamos.-Septi se arrodilla en el suelo y comienza a dibujar en la arena con el dedo.- La primera parte del plan consiste en viajar a uno de los portales, concretamente a Las Laderas de Trabalomas, que los dragones de bronce han abierto para restablecer la línea de tiempo original y devolverla a la normalidad.
-¿Vamos a viajar desde Trabalomas hasta Quel’thalas?-Se queja la caballera de la muerte.- Es un viaje muy largo.
-Tú déjame a mí pensar en el plan, vosotros encargaos de ejecutarlo satisfactoriamente y todo saldrá bien. Vamos a planearlo todo desde el principio para que no haya malentendidos; Destructer, Soluna, vosotros aprovechareis vuestra condición de pícaros y os infiltrareis en los campos de internamiento orcos de Durnholde, vuestra misión será explotar los barracones y crear una distracción para que los orcos puedan escapar. Dastar, Abismos, vosotros iréis con Bryxia y os abriréis paso por la fuerza a través de la puerta principal.
-¡Como a mí me gusta!-Grita el caballero de la muerte, o debería de decir mi nuevo compañero, Dastar. Dudo que nos entendamos mucho, su acento suena demasiado a orco y es una lengua que no me he empeñado mucho en conocer.
-Lidian, Meil, Ragnaroc vosotros iréis conmigo y me ayudaréis. Bien, ¿alguna duda?
-¿Podemos matar todo lo que se mueva?-Pregunta Dasian, ¿o era Darren? Pepe, estoy convencido de que era Pepe.
-Por supuesto mi pequeño Dastar.-Lo que yo decía, Dastar.-Sé que no estarías contento si fuese de otra forma.
-Que bien me conoces.
  Septi se levanta y se sacude la arena de las rodillas. Seguro que está pensando que, cuanto menos tiempo nos quedemos en las cavernas, menos tiempo tendrán para sospechar de nuestras verdaderas intenciones.
  El brujo lidera la marcha hacia una de las cuevas y se pone a hablar con los pícaros y quizás con los demás, pero no le estoy prestando mucha atención en este momento. Lidian no me ha hablado desde esta mañana. ¿Está enfadada conmigo? Querría preguntárselo ahora mismo, aunque no me fio ni un pelo de este grupito. Mejor se lo preguntaré cuando estemos a solas.
   La cueva de arena y piedra continua un largo rato hasta revelarnos un paisaje similar al de las Laderas de Trabalomas, solo que con un paisaje más bello sin devastación ni podredumbre. Nos espera otro elfo acompañado por un draco.
-Bien.-Dice Septi.- Soluna, Destructer, Dastar, Abismos, Bryxia, montaos sobre el dragón.
  Montar sobre un dragón suena bien, ¡pero eso es un draco! No sé si podrá con el peso de los cinco juntos. Tengo que decírselo.
-Pero…
-¡No te preocupes! Insolente es capaz de llevaros a todos. Ahora subid.
-Bueno Lidian, luego nos vemos.
« Última modificación: 17 Junio, 2015, 18:26:53 por Ragnaroc »

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #6 en: 18 Junio, 2015, 18:14:44 »
Parte 7: Reparar el pasado

Abismos y los otros se montan a duras penas sobre el draco, un espectáculo cómico.
-Septi, ¿cuál es nuestra parte de la misión?-Pregunta Meil, la caballera de la muerte.
-Erozion, ponles al día mientras yo me voy adaptando a mi nuevo aspecto.
  ¿Nuevo aspecto? Ahora que lo dice… ¡todos se han convertido en humanos! Seguro que es alguna clase de magia de los dragones, aunque si ellos están así… Por favor, no, por favor, no.
  Me acerco las manos a la cabeza y me toco las orejas. Son anormalmente diminutas.
-¡SOY HUMANA!
-Tranquila, joven mortal.-Dice el dragón, que es el único que conserva un aspecto élfico.- Esto es solo una ilusión creada por nosotros para que vuestras acciones tengan el menor peso temporal posible. Es decir, es para no causar una alteración temporal en los recuerdos de la gente que vive en el pasado. Obviamente después de que devolváis el tiempo a la normalidad, Insolente y yo deberemos de restaurar pequeños matices y alterar ciertos recuerdos, que es algo más fácil si no recuerdan, por ejemplo, elfos muertos aliándose con los orcos y ayudándoles a escapar, ciertamente difícil de olvidar. Aunque no tenéis por qué preocuparos, tan solo es un atuendo, vuestras facultades físicas, mentales y demás no se verán alteradas en absoluto y volveréis a la normalidad una vez hayáis abandonado este espacio temporal.
-Es un consuelo.-Digo sintiéndome mucho más aliviada.
-Bueno, ahora que conocéis las condiciones de este bolsillo temporal he de comentaros la situación: Esta parte del tiempo es el momento crucial del nacimiento de la nueva horda de orcos.  El hilo normal de la historia es que una joven humana, llamada Taretha Foxton, prende fuego al campamento de Durnholde y libera a los animales como distracción para llevarse al orco en secreto mientras los guardias están ocupados. Esa es la versión más exacta del pasado. Pero por alguna extraña razón, Taretha aun no se ha presentado. Al principio creíamos que fue obra de algún mago desquiciado, pero la magia que la mantiene encerrada es incomprensible para los mortales. Ni siquiera entre Insolente y yo juntos hemos sido capaces de anular la magia que la mantiene encerrada.
-Entonces tenemos que disolver esa magia.-Deduce Meil.
-Exacto. Tan solo necesito que salvéis a Thrall más o menos como en la historia original y que rompáis el hechizo que la mantiene, de reparar el tiempo ya nos encargamos los expertos.
-Parece fácil.-Digo.
-Lo es.-Aparece Septi, acompañado por un Guardia Vil.- Ahora vamos.

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #7 en: 18 Junio, 2015, 20:21:28 »
8.-Parte: Estallido

   La noche sin luna oculta el castillo bajo su velo de sombras del cual tan solo son visibles las luces de los vigilantes nocturnos. Es como si estuviera reviviendo un recuerdo… no, aun no. Solo lograré volver a ver Petravista si hago esto bien.
   Me acerco a Bryxia.
-¿Entonces nuestra parte de la misión es reventar Durnholde con pura fuerza bruta?
-Para eso te escogí. Aunque quizás solo tengas que seguirle el ritmo a Dastar mientras él se abre paso.
-¡Quiero derramar sangre!-Ruge el caballero de la muerte.
-Poneos en posición y esperad a mi señal, ¿has oído, Dastar?
-Sí.
  Los tres nos acercamos a los portones abiertos del castillo, tan solo custodiado por cuatro guardias orgullosos de Lordaeron. Nuestras pintas les resultan extrañas y vienen a interrogarnos.
-¡Alto! ¿Quién va?-Pregunta un guardia mientras se acerca. No llega a tocar al caballero de la muerte cuando una rápida sombra de luz le raja la cabeza por la mitad. Los otros tres desenvainan sus espadas. Yo soy más rápido y antes de que consigan atacar los convierto en picadillo con un tajo limpio de mi hacha.
-Reaccionas rápido, guerrero.-Me dice Dastar.
-Gracias.-Vuelvo la mirada al frente. El castillo parece en calma, efecto de la oscuridad y del silencio que lo cubren.
 De repente, el sonido de una explosión rompe el silencio. Luego otra, luego otra. El color cobrizo de las llamas tiñen los edificios. Aunque no se ven desde fuera, las llamas deben de ser enormes. El sonido de las alarmas y de los gritos destroza lo que quedaba de la armonía de aquel lugar. Los hombres y mujeres del interior corren de un lado a otro con cubos de agua o sin saber muy bien qué hacer contra un enemigo invisible.
  Es el momento. Tengo que aprovechar la confusión. No espero órdenes, clavo los pies en el suelo y me propulso hacia el interior.
  Embisto al primer hombre que pillo y le atravieso el pecho con la espada hasta que el mango choca contra sus costillas. El grupo que lo rodea queda en estado de shock, momento que mi compañero aprovecha para lanzar un hechizo que hace que la sangre de sus cuerpos explote y revienten como dinamitas de carne.
-¡Por la Horda!-Ruge.- ¡Sangre y honor!
  Dastar levanta sus cadáveres destrozados con la magia abyecta que le han conferido sus poderes de caballero de la muerte, cosa que me parece desagradable, pero he de reconocer su utilidad a la hora de causar el caos.
  Una fractura en el terreno separa la entrada de la pequeña colina en la que están los cuarteles. La enorme fractura en donde se sitúan los barracones orcos está explotando en llamas a tan solo un par de metros debajo de nosotros y la única manera de cruzar ese infierno explosivo es un puente de piedra que hay delante custodiado por una docena de guardias que no nos van a dejar pasar.
-¡Apartaos ahora, cuando haya empezado no me pienso contener!-Intento advertirles, pero más que apartarse deciden juntarse todos para no dejarme pasar. Los fusileros alzan sus mosquetes y nos apuntan a ambos.-Como queráis.
  Antes de cargar, toda mi atención se posa en los prisioneros orcos que intentan huir de los barracones. Todos se amontonan en las escaleras para subir, pero los humanos los apartan  a empujones, les escupen y les golpean en las partes más sensibles del cuerpo para que no puedan salir. Los orcos gritan y lloran intentando sacar a sus bebés fuera del campo de internamiento, pero los humanos no tienen piedad alguna.
  Son todos unos cobardes. Abusan de los débiles y pretenden matarlos abrasados. No puedo permitirlo. No debo permitirlo. ¡Por Petravista que voy a apartar a esa escoria a golpes!
  La bomba de rabia estalla en mi interior. Voy a matarlos. ¡Vengué a mis amigos, vengué a mi familia y vengaré a todos los oprimidos por esta gentuza!
  Hinco un pie en el suelo, hago fuerza y salto disparado hacia el enemigo como un misil. Arrojo la espada al suelo y agarro el hacha con ambas manos. Aterrizo en medio de ellos y me pongo a girar como un torbellino. 
  Todo a mí alrededor da vueltas, no soy consciente de lo que está pasando. Solo siento a mi hacha abriéndose paso a través de los muros de carne que se entorpecen en mi camino. Solo paro cuando dejo de notar la sangre salpicando mi armadura.
  Clavo el hacha en el suelo y me pongo firme.
  La densa cortinas de humo ahora es mucho mayor que antes, pero no lo suficiente como para ocultar los cadáveres descuartizados que yacen bajo mis pies.
-¡Increíble!-Me felicita Dastar.- Nunca pensé que un humano como tú podría demostrar esta emoción en la batalla. Eres un auténtico Grito de Guerra.
-Aléjate bicho.-Le gruño.-Yo no soy un orco, y tu tampoco, por si lo has olvidado.
-No importa, tengo el corazón de un grito de guerra, el cuerpo en el que esté no importa.
-Como sea, ¿y los refuerzos?
-Los que quedan deben de estar en el barracón.
-Sí, vamos.

Ragnaroc

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Re:Reformado en los abismos (Alianza)/Amor, lealtad y soledad (Horda)
« Respuesta #8 en: 11 Julio, 2015, 20:48:09 »
Parte 9: Ataque temporal

  Después de que mi amor y los demás se marchasen, la caballera de la muerte, el brujo, el dragón, mi maestro y yo hemos tenido que viajar al antiguo Molino de Tarren en donde las sombras y el silencio consumen todo lo que hay dentro de ellos…. La capilla al fondo del pueblo está completamente vacía, las puertas de las casas están cerradas y en la calle tan solo hay un mago con el antiguo tabardo del Kirin’tor que parece más dormido que despierto. Alguien travieso tendría que estar en casita por lo que se ve.
-Taretha está en la taberna al lado del cementerio de la capilla.-Nos informa Erozion.
-Meil, quédate con Erozion a vigilar mientras nosotros vemos qué es lo que sucede.-Dice Septi.
-Como queráis.
-Los demás, conmigo.
  El brujo se acerca a la taberna escoltado por mi maestro y por mí. Como en los viejos tiempos...
  En una noche como esta, la luz parece que no vendrá en nuestro auxilio. Quizás sea culpa de la paranoia creada por la absoluta oscuridad y el inquietante silencio, pero de repente siento una turbadora mirada sobre mi hombro. Me invade un escalofrío de miedo, no quiero girarme, pero quizás lo que busque esté ahora justo detrás de mí.
  Luz, dame fuerzas. Entrecierro los ojos y me giro.
  Tan solo está el zahorí de Dalaran, observándome con unos ojos cristalinos e inhumanos por igual con una luz blanquecina y quebrada que brota de ellos.
-Lidian, no te quedes atrás, pequeña.-Me dice Ragnaroc y me da una palmadita en el hombro.
-Vale.-Justo cuando voy a comenzar a caminar, una tenebrosa voz me para.
-No interrumpiréis mis planes tan fácilmente, mortales.
 Rápidamente me giro y desenfundo el arma. Ya demasiado tarde. Una ráfaga de arena impacta contra mí. El golpe abrasa mi piel y siento como aporrea brutalmente mis huesos… ¡tengo que aguantar! Con mi maestro al lado no puedo caer al primer golpe… no puedo caer… al primer… no…

  Oscuridad y silencio. No como la noche, sino como un absoluto estado de calma.

-¡Mamá! ¡Papá! ¿Dónde estáis?- Los gritos de una niña de no más de cinco años se clavan en mis oídos antes de abrir los ojos.
  A mí alrededor, los restos llameantes de una ciudad se extienden hasta donde alcanza la vista. No puede ser lo que creo que es. No. No. No. Simplemente no puede ser. ¿Qué ha pasado aquí?
-¡Este juego no tiene gracia!-Gime la misma niña que me despertó de mi inconsciencia. Es una pequeña elfa con la cara cubierta de hollín y lágrimas entremezcladas buscando a alguien entre las ruinas ardientes de un pueblo élfico. La escena me parte el corazón y mis ojos lagrimean también. Quiero ayudarla, pero no me muevo. Simplemente me quedo parada expectante, no sé por qué, quiero ver cómo termina todo esto.
  La niña mira en mi dirección, pero parece que no puede verme, pero aun así, sus grandes ojos esmeraldas y llorosos se clavan en mi alma. Gracias a la luz, sigue buscándolos y gira la cabeza en la otra dirección.
  Miro en la misma dirección que lo hace ella y contemplo con horror como en uno de los preciosos muros yace un elfo descuartizado y pegado a la pared con estacas de hueso. La plaga lo asesino brutalmente y tan solo quedan añicos de su armadura roja y manchada de sangre incrustada en sus músculos y huesos.
  La niña se paró en seco. No. No. No. El corazón me da un vuelco.
-¡No lo hagas idiota!-Le grito con todas mis fuerzas, pero no me hace caso. La niña se acerca al cadáver como si sufriese de hipnosis. Cojo aire y vuelvo a gritar.- ¡Solo corre y no mires atrás, ahí no tienes nada que ver!
  Salgo corriendo para agarrarla, y mis manos la atraviesan como si de un espejismo se tratase. La niña desliza sus diminutas manos al rostro del joven como si lo conociera.
-Mira por donde, una superviviente.- Un nigromante atraviesa mi cuerpo igual que lo hizo la niña.- No servirás como un soldado… pero seguro que servirá para las calderas de la peste.
 La niña no puede contestar en estado de shock. El nigromante se acerca a la pobre niña. Aunque por más que lo intento, no puedo moverme de mi sitio ahora.
 -¡Basta!-No lo aguanto más. Necesito salir de aquí.
-No la vas a tocar, maldito.
  Un guardia de Lunargenta le asesina rápidamente por la espalda, con una puñalada limpia en el pulmón antes de que se acerque a la niña. Gracias a él mi corazón vuelve a su ritmo normal, pues a pesar de lo joven que parece y de su aparente inexperiencia, su mirada es digna de un veterano  y su simple aura ya impone respeto. Por si fuera poco, el guardia lleva un tabardo negro con el icono de Lunargenta en rojo que me convence de que no es moco de pavo. Con él, estará a salvo.
-Ven niña, no querrás quedarte aquí.-El chico le tiene la mano. La niña duda. Está asustada.-Vamos, te llevaré a un lugar seguro.
-Pero…papá…-La pequeña gira la cabeza de nuevo hacia la cabeza cercenada del hombre clavado a la pared.
  Sus palabras se me clavan en el corazón. Y al caballero también. Pero eso no le impide coger a la niña en brazos.
-Ven aquí, pequeña.-Le dice con suavidad mientras con sus manos le impide ver el cadáver colgado del muro.-Han hecho magia para engañarte, eso que ves ahí es una ilusión. Yo soy tu padre. Volvamos a casa.
 La niña, en un alarde de inocencia, se abraza a él y llora de alivio.  El elfo la acaricia y se marcha de espaldas al cadáver. Claro, la niña ha crecido rodeada de magia como la mayoría de altos elfos y el caballero se aprovecha de ello.
  La lleva a lomos de su destrero  hasta una ciudad mucho más grande y majestuosa (y yo me transporto mágicamente junto a él). En concreto, la lleva a una taberna escondida en la esquina del barrio más oscuro de Lunargenta. Hay borrachos por fuera, pero ignoran al caballero con la niña y a mí, así que no suponen un problema.
-¡Maestro, besugo! ¡Siempre te estás retrasando!-Gruñe un niño y le corta el paso antes de que pueda entrar. Es casi tan alto como el elfo que lleva a la niña, pero su cara infantil le delata. Debe de estar rondando los doce años.
-No llames a tu maestro besugo, melón.-El elfo le suelta un golpe en medio del cabezón de enano que tiene.
-¡Ay!
-Traigo a una invitada, y tienes que ser educado.-El elfo levanta a la pequeña que resulta haberse quedado dormida durante el trayecto. El niño la mira y suelta un bufido.
-No necesitas más aprendices, conmigo ya tienes suficiente, Ragnaroc.
-¡Tu no le das ordenes a tu maestro, melón! ¡Y no me llames por mi nombre de pila! Bueno, te voy avisando a ya: ha perdido a toda su familia y cree que soy su padre, trátala bien y no seas cruel con ella. Si no, te daré otro golpe.
El caballero se va a su habitación y deja a su aprendiz al cargo de la pequeña. El niño hace una mueca de asco y grita para que su maestro le pueda oír.
-¡Maestro! ¿En dónde va a dormir ella?
-Va a dormir en tu habitación.
-¿¡Qué!?
-¿Dónde…estoy?-Murmura la niña. Sin duda alguna, los gritos la han despertado. Ha pillado al aprendiz despistado.
-Pues… estás en… en… en tu nueva casa.-Tras sus palabras, todo se deshace y miles de imágenes pasan por delante de mis ojos. Horas, días, meses, pasan ante mis ojos en unos segundos. El maestro tiene acogidos a esos dos niños sin hogar como aprendices. Puedo descubrir que el aprendiz no tiene nombre a causa de un golpe en la cabeza que le hizo perder la memoria. Pero no ha supuesto trabas, él y la niña terminaron por considerarse hermanos entre ellos y a su maestro como si fuese un padre. Él a su vez les enseñó, les cuidó y les crió como si realmente fueran sus auténticos hijos… Todo pasa cada vez más rápido hasta que solo veo manchas en mi mente; muerte, fuego, luz, oscuridad. Finalmente, todo desaparece.

-¡Lidian!-Me grita una voz.
   Cuando abro los ojos me encuentro acunada entre los brazos de Erozion. Su rostro parece aliviado. Aunque algo anda mal; de fondo los rugidos, las explosiones y el sonido del choque del metal.
-Menos mal.
-¿Qué ha pasado?
-Un dragón del vuelo infinito te ha lanzado una ilusión de tiempo, por suerte he sido capaz de disiparla antes de que tu mente viajara eternamente por épocas pasadas. Ahora mismo los demás están luchando contra el dragón.
-¡Estúpido dragón!
-Tranquila.-Grita Septi por encima de los rugidos.- ¡Este pequeñín ya es mío!
   Me levanto. Todos están en pie, de frente a un dragón encadenado por unos grilletes de almas que le oprimen todo el cuerpo.  Mi maestro está con ellos.
-Grrrrrrrr.-Farfulla el dragón.
-Bien hecho. Ahora podremos restaurar esta línea temporal. Yo puedo encargarme de rematarle
  Erozion se acerca al dragón atemporal. El cuerpo del  intemporal apenas es visible, pues su oscura piel se camufla en la absoluta oscuridad, solo le delatan las grietas grisáceas de su cuerpo.
  Al pararse frente al preso, un destello cruza el aire. Justo después, Erozion cae al suelo.
-Tú descansa, dragón, del resto nos ocupamos nosotros.