Autor Tema: Rexxar, el último hijo de Mok’Nathal  (Leído 2358 veces)

Lilith

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Rexxar, el último hijo de Mok’Nathal
« en: 01 Febrero, 2015, 17:42:45 »
El último de su raza, al menos, por el momento. Así se nos presenta Rexxar, Señor de las Bestias, amo de los Parajes Desolados (Desolace), heredero del linaje de dos razas. Como el último de los Mok’Nathal, Rexxar posee la fiereza y la fuerza del ogro, y el corazón y el coraje del orco. ¿De dónde viene? ¿Por qué motivo se encuentra allí? ¿De dónde sale este personaje enigmático y atrayente?

Las razones para explicar la procedencia de Rexxar son muchas y dispares. Se dice que en Draenor, la unión de los primeros ogros y orcos dio aparición a los Mok’Nathals, una raza misteriosa y primitiva que alguna vez habitara el hoy rojo y desolado mundo.

    Raza: Mok’Nathal.
    Ocupación: Señor de las Bestias, Chieftain del Clan Stonemaul y Campeón de la Horda.
    Alineamiento: La Horda, clan Stonemaul.
    Edad: desconocida.
    Armas: Hachas Gemelas.
    Relativos: Misha (compañera animal), Leroxx(padre).

Pocas cosas se saben de los Mok’Nathals, a excepción, talvez, de algunas pocas pistas. Primero, son una raza guerrera. Y esto no lo suponemos por Rexxar en sí, sino por una fuente aún más confiable. “Ah! Un Mok’nathal. Hace mucho tiempo luché junto a tus ancestros en nuestro planeta de Draenor”. ¿Lo adivinan? En efecto. Drek’thar, ni más ni menos, nos rebela que los Mok’nathal alguna vez fueron muchos… y que fueron fieros guerreros. Pero esto solamente nos lleva a más preguntas. ¿Contra quién lucharon? ¿Y por qué?

Adentrarnos en estas dos preguntas nos lleva a más hipótesis, a más dudas. ¿Están preparados?

No sabemos si Rexxar nació en Draenor o en Azeroth, aunque los indicios apuntan de que el aguerrido Señor de las Bestias nació en una gruta en… (se los come la curiosidad, ¿no es cierto?).

Bueno, no quiero hacerlos esperar más. Si no han adivinado la respuesta, es posible que Rexxar halla nacido en una gruta… en Westfall, Azeroth.

¿Aún no? ¿Y si les digo… Deadmines? Los más veteranos tal vez recordarán este episodio de Warcraft. No pongo las manos al fuego por ello, pero es muy probable que los padres de Rexxar sean dos personajes un poco olvidados de la historia de Warcraft. Un ogro y una orca. El nombre de él era Turok. Y el de ella… Griselda… Griselda Blackhand.

Ok. Les doy un momento para respirar. Si se cayeron de la silla, siéntense de nuevo. Las aspirinas están en el botiquin del baño.

Volvamos a la historia. No existe actualmente ningún indicio de que Rexxar haya cruzado el Portal Oscuro en ningún instante. Es más. Él mismo se considera el último de su raza, una raza que probablemente nunca conoció, pero cuyo legado le fue enseñado por alguien… quizás, sus padres.

Y la historia, como siempre, tiende a repetirse. Un pequeño huérfano cuyos padres son asesinados despiadadamente. El pequeño crece y se convierte en uno de los guerreros más grandes de todos los tiempos. ¿Les suena? Voy a soplarles… Thrall, hijo de Durotan y Draka.

Existen varios paralelismos en las dos historias. Griselda abandona la Horda y se une a su enamorado, quien ha guiado a su clan rebelde de ogros a ocultarse en las grutas de Deadmines. Furioso, Blackhand el Destructor, Señor de la Guerra de la Horda, envía a sus guerreros del clan Blackrock y aniquila a los rebeldes, Griselda incluida. Luego, inventará que los ogros de Turok quisieron unirse a la Horda y que él los rechazó, pero que Griselda, en un intento de traicionarle, les abandona.

¿Pudo Rexxar ser el único sobreviviente? Un pequeño crío de apenas unos años, ¿podría haber sobrevivido a la masacre de sus padres y de hallar los medios para continuar con vida en un mundo que lo miraría como un monstruo? ¿Cómo lo podría haber logrado? La respuesta a esta pregunta genera otra pregunta: ¿cómo llegó Rexxar a convertirse en un Señor de las Bestias?

Imaginemos…

Un pequeño niño orco-ogro, abandonado en una gruta a su suerte, en medio de una tierra hostil… es encontrado por un grupo de osos (¿alguno ha reparado en el tocado que lleva Rexxar sobre la cabeza?… es la piel de un oso). No es un recién nacido, sin embargo. Probablemente ya camina y habla. Incluso, sabe cuál es su nombre, el nombre que le dio su madre… Rexxar. Si los humanos lo hubiesen encontrado, lo hubieran confundido con una bestia letal y le matarían. Los osos, en cambio, no le matan. Los espíritus están de su lado. A partir de allí, el pequeño vivirá en compañía de tales criaturas. Crecerá en medio de los bosques de Duskwood y Elwynn, ocultándose por casi veinte años de las violentas guerras entre la Horda y la Alianza. Con el tiempo, aprenderá que ninguna de las dos facciones tiene el menor respeto por la naturaleza, por los animales o por la tierra misma.

Lo mejor sería emigrar, cambiar de aires, buscar otra tierra, una tierra inhóspita y salvaje que esté alejada de la crueldad de las guerras y las masacres. ¿Al norte? Sería la peor decisión. Allí, los humanos tienen lo que ellos llaman “civilización”, pero esta palabra más parece una maldición a los ojos de Rexxar. ¿Con los orcos? No. No mientras los asesinos de sus padres sigan en el poder. Y además, se volvería un guerrero más al servicio de un Señor de la Guerra cruel y despiadado. ¿Hacia al sur? Podría ser. Es salvaje y la “civilización” no ha llegado a ella. Es una buena opción. Aunque… tal vez. Hay algo en su interior. Un instinto. Una duda. Allá, allende el mar… está su destino. Pero no es posible. No hay nada allá, al otro lado del mar. Y mientras viaja por Strangletorn, le llegan los rumores. Al otro lado del mar… hay un continente. Un continente inhóspito, virgen. Los humanos no lo conocen, pero los Goblins lo han visto. Los trolls de Gurubashi hablan de él. Una tierra inmensa que se extiende más allá de la vista. Dicen que algunos clanes ogros han emigrado hacia allá, luego de la derrota aplastante de la Horda en el norte.

Y allá va nuestro héroe. Tal vez un barco Goblin le lleve, pues, hay un puerto Goblin en el sur, ¿no es así? Semanas en barco darán a luz su esperanza. La nueva tierra. Una tierra de áridas praderas, de ventosas llanuras, de libertad suprema.




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Re:Rexxar, el último hijo de Mok’Nathal
« Respuesta #1 en: 01 Febrero, 2015, 17:43:29 »
A partir de allí, vivirá en los planos abiertos. Aprenderá a hablar con el viento, a interpretar el idioma de las aves, a reconocer la voz de la tierra en los rugidos de los volcanes. Y las bestias empezarán a entenderle. Les hablará y ellas le obedecerán. Llamará al halcón como el trueno llama al relámpago, y el halcón le responderá. Reposará en su brazo como un niño reposa en los regazos de su madre.

Ya no estará solo nunca más. Será el primero en comprender que los seres vivos son un todo y que las bestias y la tierra dependen uno del otro para sobrevivir. Nadie se lo habrá enseñado. Será el primero en entenderlo por sí mismo. Misha lo sabe bien y por eso le acompaña. Su fiel amiga. ¡Qué difícil fue convencer al Goblin del barco para dejarla montar! Hubo que pelear con algunos trolls de la jungla, pero finalmente, su amiga de la infancia está con él en aquella aventura.

El tiempo, sin embargo, ha pasado. Mucho tiempo Rexxar, el último de los Mok’Nathals, ha vivido en medio de los parajes desolados de la naturaleza. Talvez… talvez sea el tiempo de regresar. ¡Bah! ¿Regresar? Es absurdo. Tantas guerras, tanta sangre ha corrido entre las naciones… y el ruido de una batalla le llamará de nuevo.

Un orco (Mogrim dirá llamarse, en medio de los espasmos de la muerte) ha caído mortalmente herido por el ataque traicionero de un grupo de quillboars, los fieros hombres-cerdo que Rexxar ya habrá enfrentado en ocasiones anteriores. Uno contra cinco no es justo, pero el gigantesco Mok’Nathal y su feroz amiga se bastan para espantarles. Mogrim, sin embargo, no tiene tanta suerte. Rexxar se compromete a completar la tarea de un moribundo.

Por fin, ha abandonado su vida de ermitaño y se acerca a una ciudad. Una ciudad guerrera. La ciudad de los orcos, Orgrimmar. Y conocerá a un personaje cuyo paralelismo con su vida será inspiración. Thrall, Hijo de Durotan. Un huérfano.

Por tal muestra de honor al cumplir la última voluntad de un muerto, el Warchief le ofrece la seguridad y hospitalidad de su naciente nación. Rexxar no está para ser servido. Prefiere ganarse el pan “con el sudor de su frente”. Ante esto, Thrall le enviará con tres de sus más confiables lugartenientes: Nazgrel, jefe de seguridad de Orgrimmar, Drek’thar, el viejo chamán maestro de Thrall, y Gazzlowe, jefe de ingenieros de la ciudad, cada uno de los cuales le asignará una tarea distinta.

Al principio todo parecerá muy sencillo de hacer, al menos para un tipo tan grande como Rexxar. Recoger algunas hierbas de shimerweed, acabar con molestos Kobolds, Harpías y Quillboars, llevar uno que otro mensaje. Rexxar incluso decide ayudar a un chamán moribundo, Morg Wolfsong, a quien brujos orcos renegados le habrán robado un poderoso artefacto mágico. Con la ayuda de Rokhan, un troll explorador Darkspear que Thrall le dará como compañero, todo será más sencillo.

Hay, sin embargo, algunas cosas que preocupan. Los lagartos Trueno del Valle de Thunder Ridge se han vuelto muy hostiles y peligrosos. Rexxar, junto a Rokhan y Drek’thar en persona, se verá obligado a matarlos, muy a pesar suyo. Y entonces, sucederá lo imprevisto. En la costa… hay barcos humanos. Thrall no puede creer los informes del fiel Rexxar. El Valle de Thunder Ridge ha sido deforestado, lo que motivaba la agresividad de los lagartos. Y las noticias son aún peores. Parece que los humanos planean una invasión a Durotar.

Thrall está estupefacto. Jaina había sido su aliada desde la Batalla de Hyjal. Ambos habían combatido y vencido a la Legión juntos. ¿Y ahora le traicionaba? Nazgrel decide acompañar a Rexxar y Rokhan. Con la ayuda de un simpático compañero que han encontrado por el camino, un pandaren llamado Chen Stormstout, viajan hasta el lejano puesto orco de la costa, donde Gar’thok, sargento de Thrall, monta guardia a la presunta invasión.

Y lo impensable ha sucedido. El puesto ha sido destruido y Gar’thok, junto a los demás, han muerto.

El ataque inicia. Hay que expulsar a los humanos de la playa. Rexxar se ve envuelto, finalmente, en el conflicto que quiso evitar por tantos años.

Thrall ha decidido que, pacto de no-agresión o no pacto, no permitirá que su nación sea ultrajada. Queda, no obstante, un cabo suelto. Rokhan, el astuto troll, ha alertado sobre ello. Si los humanos han iniciado una invasión por mar a Durotar, su primer objetivo serán las islas Echo, donde los congéneres de Rokhan se han asentado. Los Darkspear corren grave peligro. Rexxar y sus compañeros se lanzan al rescate.

Los temores de Rokhan se han hecho realidad. Las villas trolls en las islas son atacadas indiscriminadamente por la flota humana. Con la ayuda del líder Darkspear, Vol’jin, los tres valientes compañeros y un pequeño ejército de jinetes trolls de murciélagos, logran combatir a los invasores y evacuar las islas, no sin antes enfrentar grandes peligros.

Hay algo extraño en estos humanos. El ancla… ¡sí! El ancla que llevan en sus armaduras y estandartes. Thrall cree haberla visto antes, pero no recuerda en dónde. La única manera de aclarar todo este embrollo es entrevistarse con Jaina. Ella le espera en Razor Hill a la medianoche.

Pero Rexxar huele una trampa y pide ir en su lugar. No se equivocará. Asesinos esperarán al Warchief en la espesura del bosque, pero no son rivales para el Señor de las Bestias.

Thrall ha escrito una carta donde demanda a Jaina explicaciones por su actitud agresora. Quién sino Rexxar es el indicado para llevarla hasta Theramore, capital de los sobrevivientes humanos a la catástrofe de Lordaeron.

Habrá que burlar algunos obstáculos primero. Nada que el sagaz Samuro, Maestro de las Espadas, no pueda solucionar con algunos explosivos ocultos entre las torres de vigilancia humanas en el Pantano de Dustwallow. Con esta distracción, Rexxar y Rokhan logran infiltrarse en Theramore y encontrarse con la mismísima Jaina en persona.

Pero la joven hechicera parece no estar al tanto de las acciones belicosas de la costa orca. Decide acompañar a los aventureros y cerciorarse ella misma de lo que ocurre, solamente para descubrir el puesto humano de Dustwallow en ruinas, por causa de unas malignas criaturas serpentoides que se hacen llamar Naga.

Al lograr acabar con los Naga, se encontrarán a un moribundo soldado humano, quien les revelará la verdad: él está aquí. La ha buscado y por fin, la encontró con vida, gracias a las estrellas.

A partir de allí, la batalla entre Rexxar y el Almirante Daelin Proudmoore tomará tintes épicos. Primero, el Mok’Nathal deberá escapar de la ciudad humana con vida, antes de que la Guardia de Élite del Almirante acabe con él.

Una vez en tierra, el Warchief Thrall reconoce el grave peligro que las amenazas de Proudmoore representan para todo Durotar. La Guerra de los Viejos Odios, el Ciclo maldito de odio que corroe a la Horda y a la Alianza, ha reiniciado.

Rexxar es encomendado para reunir nuevamente a los miembros dispersos de la Horda de nuevo en un gran ejército. Tras rescatar a Baine Bloodhoff de las garras de los Centauros y vencer a Kor’gall, jefe del clan ogro de los Stonemaul, Rexxar logrará reunificar a orcos, trolls, tauren y ogros en una sola e imparable Horda.

Al mando del Mok’Nathal, las fuerzas de Durotar logran expulsar a los humanos de la costa, rompen el bloqueo marítimo sobre la nación e invaden Theramore. Thrall nombra a Rexxar como Campeón de la Horda y lo cubre con el estandarte chamanístico cuyos ingredientes el mismo Rexxar ha conseguido.

Con la promesa de respetar a las fuerzas que aún le son leales a Jaina, la Horda invade Theramore. Tras una cruenta batalla de largas horas, finalmente Rexxar logra matar al Almirante, aunque demasiado tarde como para que él y su hija logren reconciliarse.

Victorioso y agradecido, Thrall invita a Rexxar a volver con él a Durotar, pero el ogro-orco rechaza la propuesta, con la idea de volver a los planos salvajes. Aún así, promete que estará siempre del lado de la Horda cuando ésta lo necesite.

De esta manera, Rexxar vuelve a los parajes que ama. Dejará el mando del clan Stonemaul a Mok’Morokk.

El Campeón de la Horda ahora vaga solitario por Desolace y Feralas. No. Solitario no. Misha y los espíritus aún le acompañan. Cuando la temible dragona Oxinia se levante para corromper y destruir a los mortales, Rexxar será uno de los que asistirá a los héroes de la Horda en su aventura para acabar con ella.

Así lo ha prometido.


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