Autor Tema: Las Centinelas y la gran vigilia  (Leído 1475 veces)

Lilith

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Las Centinelas y la gran vigilia
« en: 28 Octubre, 2013, 10:24:43 »
Las Centinelas y la gran vigilia es parte del Capítulo I de la Historia de Warcraft aparecida en la página web de World of Warcraft. Se trata a su vez de una revisión de la historia recogida en el manual de Warcraft III: Reign of Chaos bajo el nombre Las Centinelas y la larga vigilia, adaptando nombres y lugares a como se llaman en la actualidad.

Con la marcha de sus descarriados primos, los elfos de la noche dirigieron su atención de vuelta a la protección de su encantada tierra natal. Los druidas, sintiendo que su tiempo de hibernación se acercaba, se prepararon para dormir y dejar a sus seres queridos y familias atrás. Tyrande, que se había convertido en la suma sacerdotisa de Elune, le pidió a su amado, Malfurion, que no la abandonase por el Sueño Esmeralda de Ysera. Pero éste, obligado por su honor a entrar en las cambiantes sendas del sueño, se despidió de la sacerdotisa y le juró que nunca estarían separados mientras fueran fieles a su amor. Quedándose sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande reunió a una poderosa fuerza de combate de entre sus hermanas elfas de la noche. Estas altamente entrenadas y valientes mujeres guerreras, que se dedicaban a la defensa de Kalimdor serían conocidas como las Centinelas. Aunque preferían patrullar los sombríos bosques de Vallefresno por sí solas, tenían muchos aliados a los que podían acudir en tiempos de necesidad. El semidiós Cenarius estaba cerca, en los Claros de la Luna del Monte Hyjal. Sus hijos, conocidos como los Guardianes de la Arboleda, vigilaban de cerca a los elfos de la noche y a menudo ayudaban a las Centinelas a mantener la paz. Incluso las dríades, las tímidas hijas de Cenarius, aparecían con creciente frecuencia. La tarea de vigilar Vallefresno mantuvo ocupada a Tyrande, pero sin Malfurion a su lado, conoció poca alegría. Mientras los largos siglos pasaban y los druidas dormían, sus temores a una segunda invasión demoníaca crecían. No podía quitarse de encima la sensación de que la Legión Ardiente podía estar todavía ahí fuera, más allá de la Gran Oscuridad del cielo, planeando su venganza con los elfos de la noche y el mundo de Azeroth. |}




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