Los pocos que quedamos de nosotros, nos hacemos llamar Elfos Sanguinarios, en homenaje a nuestros amados caídos”.
Luego de ayudar a las fuerzas de los elfos nocturnos lideradas por Maiev, Tyrande y Malfurion a impedir que Illidan terminara su hechizo sobre la tierra de Northrend, el príncipe Kael y sus guerreros vuelven a sus asuntos. Su oficial al mando, el gran mariscal Garithos les reprocha por la tardanza en llegar a sus puestos. Aunque Kael intenta explicarle lo ocurrido a Garithos no le interesa escuchar sus excusas y le da sus nuevas órdenes: el y los demás elfos deben reparar unos observatorios para poder vigilar mejor el avance de las fuerzas de la Plaga, a lo que Kael se opone añadiendo que son guerreros y deben estar en la batalla pero aun así Garithos les reitera lo que deben hacer sin protestar y se marcha.
Kael y sus hombres llegan al primer observatorio y los ingenieros empiezan a trabajar, cuando terminan ven que el segundo observatorio esta en una isla y no tienen medios para llegar. Al avanzar por la ciudad en ruinas Kael y sus guerreros se enfrentan a unos pocos demonios que han quedado en la zona y a algunos muertos vivientes pero al llegar a la costa no encuentran ningún barco que los lleve. En ese momento unos naga aparecen ante los elfos, Kael se prepara para el combate pero la líder naga, llamada Lady Vashj lo detiene diciendo que no han venido a pelear, que han venido a ayudarlos contra su enemigo común: los muertos vivientes. Kael desconfia y dice que no necesitan ayuda alguna pero reconsidera al ver que los naga han traído barcos para que puedan cruzar hasta la isla. Kael tiene sus dudas sobre los naga pero al ver que no tiene opciones termina aceptando su ayuda.
Una vez en la isla, los Elfos Sanguinarios se ven obligados a enfrentarse a algunas fuerzas del Azote que han acampado al otro lado de la isla. Para colmo, frente al segundo observatorio, los Trolls Amani, los acérrimos y ancestrales archirrivales de los Altos Elfos, han construido una aldea. Luego de una tremenda lucha contra ambas fuerzas, Kael finalmente logra su objetivo.
El tercer observatorio, localizado en la costa opuesta del lago, se encuentra defendido por el último y más poderoso jefe Gnoll, quien planta gran resistencia al asalto de los Elfos. Luego de enfrentarse personalmente con Hooger, Kael completa su misión.
Al día siguiente, en la base de la Alianza, Kael y sus elfos se encuentran listos para movilizarse. En ese momento, llega un emisario de Garithos, quien informa que un enorme ejército del Azote se aproxima sobre la base de los Altos Elfos. Sin embargo, Garithos necesita a todas las fuerzas disponibles en el frente, por lo que ordena que todos los humanos se dirijan hacia su base. Esto deja prácticamente indefenso a Kael y sus hermanos. En el momento de atacar los muertos vivientes, nuevamente Vashj y los Naga aparecen y ofrecen su ayuda al joven Príncipe. Una vez que los muertos han sido derrotados, Garithos llega a la base de Kael justo en el momento en que Vashj y sus Naga dejan el combate. Enfurecido, el Gran Mariscal acusa a Kael de traición y envía a encerrar a todos los elfos en las prisiones mágicas de Dalaran.
Kael´thas y sus elfos sanguinarios languidecen su prisión en las mágicas mazmorras de Dalaran, aguardando su inevitable ejecución a mano de Garithos. Lady Vashj y sus naga logran infiltrarse en los acueductos de la ciudad y liberan al príncipe elfo. Kael les dice que su gente está empezando a enloquecer debido a la gran ausencia de magia a la cual se ven expuestos desde la destrucción del Pozo del Sol, entonces Vashj le ofrece una nueva fuente de poder mágico bajo la sombría mano de su maestro, Illidan Stormrage, quien puede saciar las necesidades de magia de los elfos sanguinarios. Kael cae en una encrucijada: morir ejecutado por los humanos o entregarse a la voluntad del semi-demonio. Los elfos sanguinarios deciden dejar atrás Lordaeron y aceptan la oferta de Vashj.
En la profundidad de los laberintos de Dalaran, Kael y Vashj deben enfrentarse a las fuerzas de Garithos, a la vez que liberan a los elfos sanguinarios prisioneros. Al llegar a la gran biblioteca, Kael percibe la energía de los fantasmas de los archimagos asesinados por Arthas durante el asedio de la Ciudadela Violeta, los cuales continúan luchando después de muertos, reviviendo su última batalla. Después de darles paz a sus espíritus, Kael debe enfrentarse al carcelero de Dalaran, un viejo amigo suyo, quien está dispuesto a no dejarlos escapar, por lo que Kael tiene que matarlo. Finalmente, al salir a la superficie, Vashj informa a Kael que el antiguo portal que el Lich Kel´thuzad utilizó para que Archimonde entrara en Azeroth continúa abierto, y es por allí donde van a escapar.
Mientras los ingenieros elfos levantan una serie de torres alrededor del portal, Kael y Vashj luchan contra las fuerzas humanas de Garithos que intentan evitar el escape. Finalmente todos los elfos sanguinarios han logrado pasar a través del portal, dejando atrás para siempre, la tierra que los cobijó por diez mil años.
El nuevo mundo es una dimensión caótica, rocosa, seca y rojiza, de retorcida vegetación. Esta nueva dimensión se llama Outland, y corresponde al remanente de lo que fue el antiguo Draenor, el hogar original de los orcos, destruido por los múltiples portales de Ner’zhul. Después de muchos días de buscar a Illidan, las fuerzas de Vashj y Kael finalmente dan, asombrados, con un campamento de elfos nocturnos. En él, la Guardiana Maiev Shadowsong finalmente ha logrado capturar al antiguo Cazador de Demonios, y enjaulándolo en una celda especial, se dispone a volver a Ashenvale para ajusticiar al traidor. Una tremenda batalla se da entre ambas fuerzas. Maiev, recordando la imprudencia de Kael cuando la delató ante Malfurion, y viendo que el príncipe elfo se ha aliado con los Naga, pone feroz resistencia al ataque. Luego del fiero combate, Maiev es mortalmente herida por una flecha de Vashj, y derrotada, pierde a su presa. Illidan es finalmente liberado. La Guardiana, aunque aún vive, escapa junto a sus Vigilantes en la incertidumbre del rojo mundo.
Kael e Illidan son presentados. El Cazador de Demonios le revela al joven príncipe que tanto los naga como los altos elfos una vez fueron una sola raza, los ilustres Bien Nacidos, los favoritos de Aszhara, la enloquecida reina de los Elfos Nocturnos. Cuando Illidan fue liberado por Tyrande de la prisión de los Tálamos Profundos, secretamente fue contactado por nada menos que Kil’jaeden el Embaucador, quien le reveló la existencia del Rey Lich Ner’zhul, encerrado en el Trono de Hielo en Northrend. Kil’jaeden sabe que el Rey Lich planea liberarse a toda costa de su prisión, y se ha enterado de la traición de Arthas, quien informó al mismo Illidan de la existencia de la Calavera de Gul’dan, que a la postre le costó la victoria a la Legión Ardiente. Ahora, temiendo que el Rey Lich llegue a ser demasiado poderoso si logra liberarse, Kil’jaeden promete a Illidan poder infinito por destruir el Trono de Hielo. Esa es la razón de que Illidan robara el Ojo de Sargeras en primer término, con el propósito de crear un gran cataclismo que destruyera Northrend y al Rey Lich. Ahora que ha fracasado gracias a la intervención de Malfurion y Tyrande, Illidan teme que Kil’jaeden derrame su furia sobre él, por lo que ha decidido ocultarse en Outland.
Para asegurarse el dominio del destruido mundo, Illidan decide destruir la Ciudadela Negra, una fortaleza que está regida por Magtheridon, un Señor del Foso subordinado a Mannoroth el Destructor, quien ejerce su brutal poder sobre Outland en nombre de la Legión Ardiente. Illidan sabe que para vencer a Magtheridon, primero necesita destruir tres portales mágicos remanentes de los construidos por Ner’zhul, de donde el Señor del Foso obtiene refuerzos provenientes del Torbellino de la Nada.
Luego de asediar y destruir el primer portal, las fuerzas de Illidan se encuentran con Orcos del Caos, sobrevivientes del colapso de Draenor que han sido esclavizados por Magtheridon y reclutados en el ejército de la Legión. Estos Orcos del Caos, corrompidos por el maligno poder de la Legión, se encuentran dirigidos por Rend y Maim, los hijos de Blackhand el Destructor, Señor de la Guerra durante la Primera Guerra contra los humanos. Convertidos ahora en despiadados orcos del caos, Rend y Maim se opondrán a todos los planes de Illidan. Para su fortuna, éste encuentra a Akama, el último chamán de los draenei, quien resiste el asalto de las fuerzas de los orcos en una pequeña ciudad mortuoria, el último vestigio de su agonizante civilización. Illidan ofrece a los draenei ayudarles a derrotar a los orcos si estos les ayudan en la guerra contra Magtheridon.
Destruidos los tres portales, Illidan y los suyos inician el asedio de la formidable fortaleza de la Ciudadela Negra. Gracias a los poderes de camuflaje de los draenei, Akama logra penetrar dentro de la fortaleza, y destruye las torres y sistemas de seguridad, permitiendo el asalto de Illidan, los naga y los elfos sanguinarios. Kael y Vashj se encargan de matar a los lugartenientes de Magtheridon, la diabólica diablesa Sucubus, la Dama de los Tormentos, y el Señor de la Destrucción, un voraz demonio de la Guardia de la Perdición, y tras asesinar a Rend y Maim, finalmente Illidan enfrenta a Magtheridon. Este cree que Illidan es un agente de la Legión que viene a probarlo, pero Illidan lo despacha rápidamente y reclama Outland para él.
Aún no ha terminado de saborear su victoria, cuando una enorme nube de energía caótica se forma en el horizonte. Kil’jaeden el Embaucador aparece frente a Illidan y sus seguidores. Le reclama su estupidez al pretender ocultarse de él en Outland, y le ofrece a Illidan una última oportunidad para destruir el Trono de Hielo para escapar de su rabia. Temeroso, Illidan accede. Vashj y los Naga, Kael y los Elfos Sanguinarios juran lealtad a Illidan y viajan con él a Northrend, mientras que Akama y los draenei asegurarán las fuerzas del Cazador de Demonios en Outland.