Aegywnn y la cacería del Dragón
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos (830 años antes de la Primera Guerra)
Como las rivalidades políticas y militares de las siete naciones humanas aumentaban y empeoraban, la línea de los Guardianes estaba en constante vigilancia contra el caos. Hubo muchos Guardianes a través de los años, pero solamente uno tenía los poderes mágicos de Tirisfal a la vez. Uno de los últimos Guardianes se distinguió como un poderoso guerrero contra la sombra. Magna Aegwynn, una bravía chica humana, ganó la aprobación de la Orden y se le dio el manto de los Guardianes. Aegwynn trabajaba vigorosamente en cazar y erradicar a los demonios donde quiera que los encontrara, pero a menudo cuestionaba la autoridad del Concilio de Tirisfal, dominado por hombres. Ella creía que los ancestrales elfos y los envejecidos magos que presidían el Concilio eran demasiado rígidos en sus pensamientos y no tenían la decisión suficiente de poner fin al conflictivo caos. Impaciente con las lentas discusiones y debates, decidió probarse a sí misma y a sus superiores, por lo que frecuentemente demostraba un valor más allá del entendimiento en situaciones cruciales. Como su dominio de poder cósmico de Tirisfal crecía, Aegwynn descubrió que un creciente número de poderosos demonios había aparecido en el congelado continente de Northrend. Viajando al distante norte, Aegwynn encontró a los demonios entre las montañas. Descubrió que estos demonios habían cazado a uno de los últimos dragones sobrevivientes y habían absorbido la magia innata de las ancestrales criaturas. Los poderosos dragones azules, hijos de Malygos el Forjador de Conjuros, con el aumento de las sociedades mortales sobre el mundo, decidieron enfrentarse ellos mismos a las oscuras artes mágicas de la Legión. Aegwynn confrontó a los demonios, y con ayuda de los nobles dragones, los vencieron. Sin embargo, tan pronto como el último demonio desapareció del mundo, una gran tormenta emergió desde el norte. Una enorme figura oscura apareció sobre el cielo de Northrend. Sargeras, el rey de los demonios y señor de la Legión Ardiente, apareció ante Aegwynn y la atacó con increíble energía. Le dijo a la joven Guardiana que el tiempo de Tirisfal estaba a punto de llegar a su fin y que el mundo pronto sería devorado por la Legión. La valiente Aegwynn, creyéndose suficientemente fuerte para pelear con el amenazante dios, lanzó sus poderes contra Sargeras. Con desconcertante facilidad, Aegwynn derrotó al demonio y logró matar su forma física. Creyendo que el espíritu de Sargeras había pasado al abismo, la noble Aegwynn llevó su ruinoso cuerpo a uno de los antiguos salones de Kalimdor que se encontraba cerca del centro del mar, donde colapsó el Pozo de la Eternidad. Aegwynn nunca sospechó que eso era exactamente lo que Sargeras había planeado...