Strom continuaba siendo el centro de Arathor, pero como ocurrió con Dalaran, aparecieron nuevas ciudades estado por todo el continente de Lordaeron. Gilneas, Alterac y Kul Tiras fueron las primeras ciudades estado y, aunque cada una tenía sus propias costumbres y sistemas de intercambio, todas se sometían a la autoridad indiscutible de Strom.
Bajo la atenta mirada de la Orden de Tirisfal, Dalaran se convirtió en el centro principal de enseñanza de la magia en todo el territorio. Los magócratas, que gobernaban Dalaran, fundaron el Kirin Tor, una secta especializada, encargada de catalogar e investigar cada hechizo, artefacto y objeto mágico conocido hasta el momento.
Gilneas y Alterac se convirtieron en fuertes defensores de Strom y formaron poderosos ejércitos que exploraron las tierras montañosas del sur de Khaz Modan. Durante este periodo, los humanos se encontraron por vez primera con la antigua raza de los enanos y viajaron a su cavernosa ciudad subterránea de Forjaz. Los humanos y los enanos compartieron muchos secretos acerca de la metalurgia y la ingeniería, al tiempo que descubrieron que sentían un amor común por las batallas y la narración de historias.
La ciudad estado de Kul Tiras, fundada sobre una gran isla situada al sur de Lordaeron, desarrolló una próspera economía basada en la pesca y la industria naviera. Con el tiempo, Kul Tiras armó una poderosa flota de buques mercantes que navegaron recorriendo las tierras conocidas en busca de productos exóticos para comerciar con ellos. Si bien la economía de Arathor floreció, sus elementos más poderosos comenzaron a desintegrarse.
Con el tiempo, los señores de Strom intentaron trasladar sus propiedades a las exuberantes tierras del norte de Lordaeron, abandonando las áridas tierras del sur. Los herederos del rey Thoradin, los últimos descendientes de la línea de sangre arathi, alegaron que Strom no debía ser abandonada y, de esta manera, provocaron el descontento de la mayor parte de la ciudadanía, ya que la mayoría estaba ansiosa por marcharse.
Los señores de Strom, intentando lograr la pureza y la iluminación en el norte virgen, decidieron abandonar su antigua ciudad. Hacia el norte, lejos de Dalaran, los señores de Strom construyeron una nueva ciudad estado que denominaron Lordaeron. Todo el continente adoptó este nombre a partir de la denominación de la ciudad estado. Lordaeron se convirtió en la meca de los peregrinos religiosos y de todos aquellos que buscaban la paz interior y la seguridad.
Los descendientes de los arathi, abandonados tras los desmoronados muros de la vieja Strom, decidieron marcharse hacia el sur, más allá de las rocosas montañas de Khaz Modan. Finalmente, su viaje terminó tras largas jornadas y se asentaron en la región norteña del continente que denominarían Azeroth. En un fértil valle fundaron el reino de Ventormenta, que rápidamente se transformó en una potencia autosuficiente por derecho propio.
Los escasos guerreros que quedaron en Strom decidieron guardar los viejos muros de su ciudad. Strom ya no era el centro del imperio, sino que se convirtió en una nueva nación conocida como Stromgarde. Si bien cada una de las ciudades-estado alcanzó la prosperidad por sí misma, el imperio de Arathor terminó por desintegrarse. A medida que cada nación desarrolló sus propias costumbres y creencias, comenzaron a estar cada vez más separadas una de la otra. Finalmente, la visión del rey Thoradin acerca de una humanidad unificada se desvaneció.