Autor Tema: Más allá del odio  (Leído 11191 veces)

Ragnaroc

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Más allá del odio
« en: 09 Mayo, 2015, 23:32:36 »
Lo resumo: me gusta escribir y me sentí inspirado a leer ciertas historias de este apartado, así que me dije: voy a subirla como parte de mi rol individual (así conocéis aun más a mis pjs  ;D). Tendrá 5 o 6 partes y no espero tardar más de 2semanas en subirla.
Ahi va:

1.Parte: "El desembarco".

  Los guardias supieron que su travesía llegaba a su fin cuando, desde la cubierta del Kraken, podía verse la superficie helada del continente de Rasganorte, aparentemente tranquilo. Pero en cuyo interior albergaba la mortal amenaza del Rey Exánime. Al menos, eso era lo que les habían contado sus familiares antes de zarpar.
  Los ocho guardias observaban al capitán de mirada perdida que se encontraba apoyado en la barandilla derecha del barco. Probablemente  pensando en su hogar y en las buenas gentes que no podría volver a ver.
-¿Señor, se encuentra bien?
-La tragedia que vivimos en Petravista no es nada comparada a los horrores que ha visto esta tierra.-Murmuraba sin hacer apenas caso al hombre.- Incluso la plaga se ha fortalecido y, aun así, los héroes del mundo estamos aquí, enfrentándonos a la propia muerte. Si mis padres estuvieran vivos no podrían creerse lo imbéciles que somos.
-El mundo necesita de idiotas como nosotros, capitán.
-Ja, supongo que tienes razón.-El capitán se despegó de la barandilla y se puso erguido, completamente firme. Sus lacayos hicieron lo mismo frente a él.-Señores, bienvenidos al infierno.

  El barco atracó en La Fortaleza Denuedo con rapidez, tal y como lo había hecho una y otra vez. Los mamposteros también se abalanzaron a recoger las mercancías, como habían hecho una y otra vez, y los guardias pisaron el cruel continente de Rasganorte, por primera vez.
  Nada más salir del barco se encontraron con la gran estatua del rey de Ventormenta mirando hacia el cielo y con una espada en cada mano, como si quisiese decir: “venid, la alianza está preparada para todo y no teme a nada”, eso reconfortó en cierta medida a los soldados que acababan de llegar.
-No me importaría quedarme durante unos días por aquí.-Uno de los muchachos se echó en el suelo y soltó las armas. “Será mejor que les deje descansar un poco mientras aun puedan” pensó el hombre mirando a sus muchachos. Le habían acompañado por voluntad propia, lo menos que podía hacer era ofrecerles un pequeño descanso antes de su misión suicida.
  -Podéis ir a la taberna que hay al lado del embarcadero mientras yo registro nuestro destacamento.
-¡Gracias capitán!
  Cuando se hubieron marchado a flirtear o a beber cerveza (lo más probable) el hombre se acercó al registrador. El registro comenzó y todo fue normal mientras realizaba la operación hasta que llegó el turno de anotar el nombre del destacamento.
-Destacamento de… ¿Petravista?
-Así es.
-Realmente extraño. ¿De verdad procedéis de ese lugar?
-Así es.
-Y, si se puede preguntar, ¿para qué habéis venido a Rasganorte teniendo la fortaleza en manos… orcas?
-Ahí no se puede hacer nada más. Aquí salvaremos vidas.- Tras sus palabras el capitán dio media vuelta dispuesto a marcharse.
-Que la luz te proteja.-Se despidió el registrador. No obstante, sus palabras provocaron que el guerrero se girase nuevamente hacia él.
-La luz no existe.-Ahora sí, Abismos se marchó. “Los inocentes aun necesitan a alguien que los defienda, alguien que no necesite la luz para proteger , no necesitan a Bryan para esto, necesitan a Abismos“. Con estas palabras rondándole la cabeza se dirigió a la taberna, “y por dios, que no hayan roto nada todavía”.



Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #1 en: 11 Mayo, 2015, 18:18:02 »
2.Parte: Más allá de las murallas

    -¡Dime por qué demonios aun no hemos salido de la fortaleza y los demonios estos ya nos están dando por…!-El sonido de un cañón sepultó sus palabras. Abismos agradeció no haber oído lo que iba a decir, al fin y al cabo había sido entrenado como paladín y las obscenidades no estaban incluidas en su impecable vida cotidiana. Sin embargo y a pesar de su expresión, razón no le faltaba; el exterior de la Fortaleza Denuedo estaba plagado de seres arácnidos que se habían abalanzado sobre el destacamento Petravista nada más salir por las puertas principales y los hombres apenas contuvieron la oleada de nerubianos que se les tiraron encima.
-¡Ya he pisoteado antes a bichos como vosotros!-Rugió el lacayo que custodiaba el franco derecho mientras hundía su mandoble entre los ocho ojos del nerubian.
  Al frente del escuadrón y rajando a los insectos por la mitad, así se abría paso Abismos. Sus movimientos eran ágiles y contundentes al mismo tiempo, lo suficiente como para lanzar el torso cercenado del arácnido a metros del cuerpo. Aunque por muchos que matase, siempre salían más nerubianos para ocupar su lugar. El capitán soltó un rugido de rabia, quería salir ahí fuera a salvar vidas y esos estúpidos bichos se morían de ganas (literalmente) de impedírselo.
  Abismos lanzó un tajo a la altura de los pies que descuartizó todas las piernas de los tres nerubian que tenía en frente, aun sabiendo que vendrían más a ocupar su lugar, el placer que le suponía descargar toda su rabia contra esos parásitos valía la pena.
-¡Capitán, así no podremos avanzar, debemos de retirarnos!
-¡Están retrocediendo, debemos resistir un poco más!-Soltó Abismos entre corte y corte.
-¡Pero han mordido a Casey!
  El veneno nerubian… lento pero mortal. Ya le habían advertido sobre él. La rabia que le embargaba fue sustituida por un nudo en el estómago. “Si presionáramos un poco más, ellos cederían el bloqueo, pero entonces habré sacrificado lo que quería proteger”.
-¡Está bien, volved a la fortaleza, yo os cubriré!
-¿Estará bien aquí solo?
-¡LARGAOS!
  Abismos flexionó ligeramente las rodillas y extendió los brazos con la esperanza de darles tiempo a sus hombres. Segundos más tarde, un enorme torbellino arrasó con todas esas criaturas.

  El sol ya había alcanzado su cénit cuando entró el hombre jadeante y cuya armadura lucía grandes manchas de sangre verdosa volvió a entrar en la fortaleza. Intentó incluso limpiarse la sangre con un pañuelo de lino, aunque la sangre de nerubian era, al parecer, un buen adhesivo.
 Ya que no podría entrar limpio volvería rápido a la taberna a ver como estaba su escuadrón.
 La taberna era un lugar acogedor al típico estilo de Rasganorte con su hoguera, sus muebles de madera, sus guardias envenenados en el suelo… Bueno, lo último quizás no. Tan solo un soldado envenenado estaba tapado con las mantas frente a la lumbre y con sus compañeros y camareros a su alrededor.
-¿Cómo se encuentra Casey?-Su voz retumbó por toda el edificio.
-Su vida no corre peligro, pero está muy debilitado por el veneno del no-muerto.
Casey gimió.
-No… ¡estoy bien! ¡Aun puedo luchar! Solo necesito…descansar un rato.
-No te llevaré. Serías un estorbo para nosotros.-Crudas palabras las que salieron de la boca del capitán antes de dirigirse al resto de compañeros.-En cuanto a los demás, seguidme. Tenemos que matar a esos bichejos.
  -¿Vais a salir fuera?-Preguntó el tabernero.
-Sí. Si no te importa, cuida de mi soldado.
-Descuida. Pero si vais a salir, hay una salida trasera…

La salida a la que se refería era el camino secundario que llevaba a Lindeallá, oculto en el extremo oriental de la fortaleza.
  Los ocho hombres salieron presurosos y sin remordimientos por su compañero. Cuando los siete supervivientes de Petravista decidieron seguir a Abismos, ya conocían su carácter y su forma de pensar, estaban advertidos de que haría cualquier cosa para mantenerles a salvo.
  De todas formas cabalgaron en silencio y con el yelmo puesto en señal de respeto durante todo el día mientras sus ojos se maravillaban con las grandes criaturas de la tundra que no existen en el resto de Azeroth. El tiempo fue pasando y poco a poco el Sol se iba ocultando tras las lejanas montañas del continente desconocido y aun así no habían encontrado ningún refugio todavía.
-Capitán, está anocheciendo.
-Ya lo veo.
-¿No deberíamos de montar las tiendas?
-No. Según el mapa estamos rodeados por una ciudad de la plaga, un zigurat y un emplazamiento horda.
-¿Vamos a pasar la noche aquí fuera?
-No.
  Si Rasganorte podía llegar a ser mortalmente frío de día, de noche era un infierno helado. Las temperaturas no habían parado de bajar desde que el sol empezó a ocultarse y ya no quedaban más que unos rayos filtrándose entre los lejanos picos. Solo tendrían que llegar a una base alianza o, al menos a un territorio libre de amenazas.
  Abismos consultó el mapa nuevamente.
-¿Y bien,  capitán?-preguntó uno de sus acompañantes. El capitán, tras unos momentos de estudio, llegó a una conclusión.
-Preparaos para un buen resfriado.
 

Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #2 en: 11 Mayo, 2015, 21:21:01 »
Voy en racha, ¡dos el mismo día! Pero no podía esperar para compartir la tercera parte recién hecha. ¡Ñom,Ñom! Espero que la disfrutéis como la disfruté yo escribiéndola.

3. Parte: Emboscada.

  Abismos descargó el hacha que empuñaba con la mano derecha sobre la cabeza de la elfa. Ella esquivó ágilmente el filo y lanzó una estocada apuntando directamente al estómago del humano. Este respondió por los pelos interponiendo su espada en la trayectoria del ataque.
  El fuerte choque del metal lanzó chispas a su alrededor.
-¡Iros al infierno malditos bastardos!-Abismos realizó un tajo horizontal con el hacha con intención de decapitar a la elfa. Una vez más, ella se echó hacia atrás y esquivó el golpe.
  El guerrero pudo tomar una pausa para recuperar el aliento mientras la elfa lo examinaba igual que haría alguien que se enfrenta a un poderoso enemigo.
  “Cálmate, Abismos. Piensa.” Se decía en voz baja. Todo había ocurrido muy rápido.
  Al menos una docena de hordas se habían aprovechado de la oscuridad para emboscarles antes de que cruzaran el débil puente a unos metros del zigurat de la plaga. No pudieron defenderse de algo así, ni siquiera sabía dónde estaban sus compañeros. ¿Vivos, muertos, heridos? No lo sabía, solo sabía que quedaban alrededor de dos de ellos luchando todavía por el sonido de las armas cortando el aire y golpeándose entre sí.
-Dor’an do’rah.-Rezó la elfa.
  “No dejes que te confunda. Primero debes de reagruparte con los demás, luego los matarás”.
  Abismos extendió el brazo hacia atrás para coger impulso y lanzó su mandoble con todas sus fuerzas. La elfa intentó bloquear la espada tirando la hoja al suelo y sacando su escudo, aunque la fuerza con la que arrojó el filo tiró a la chica por la casi vertical pendiente.
-¡Reagrupaos chicos!-Abismos alzó el escudo plateado apuntando al cielo intentando captar los débiles rayos de luna boreal.- ¡Aquí!
  Sus guardias no esperaron ni un instante y se reagruparon en torno a él los tres que aun quedaban en pie. “Menos mal que Casey no vino con nosotros”.
-¡Capitán, están por todas partes! ¿Qué hacemos?
-¡Formad un círculo e intentad resistir!-Abismos bajó la voz.- Malditos bastardos de la horda.
  “¿Nos han seguido, han estado esperando como unos cobardes a que cayera la noche para emboscarnos? ¡Malditos bastardos!”.
  Todos los guardias juntaron sus espaldas.
-Makogg.-Ordenó la elfa con un acento orco bastante burdo, pero aun así los guardias fueron capaces de reconocer esa palabra.
  Makogg significaba “Atacad” en orco. Ya la habían oído un millón de veces durante la caída de Petravista.
-¡Preparaos!
   Los guardias alzaron sus escudos en forma de barrera y extendieron las espadas en caso de que a los miembros de la horda se les ocurriese embestir. La única que se lanzó sobre ellos fue la chica.
-¡Yo me encargo!-Rugió el soldado al lado del capitán.
-¡NO!
  Demasiado tarde; el chico salió disparado contra la elfa y rompió la formación para asesinarla. Lo último que vio fue su sonrisa burlona. De la oscuridad salieron dos taurens empuñando sus tótems más grandes que el humano y le atacaron, uno por cada lado. Los enormes tótems impactaron contra su pecho y contra su espalda.
  El rostro del capitán cambió cuando escuchó el sonido de huesos reventando. Ni siquiera las placas habían podido resistir el impacto y se quebraron al instante de que los tauren se retiraran del humano, aun en pie.
-Lo…siento…capitán… -Con sus últimas fuerzas, se giró hacia Abismos, sonriendo.- Decidle adiós a Casey de mi parte…
  El soldado se desplomó.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAH!-Abismos arrancó la espada de las manos del cadáver de su amigo y se arrojó sobre sendos tauren. Se defendieron con los tótems. Lo intentaron. Abismos rajó la madera de los dos tótems a la vez como mantequilla e incrustó sus armas en el pecho de esas bestias. Abismos empezó a asesinar a todo orco, tauren, trol, elfo, renegado que se encontraba sin necesidad de ver en la oscuridad.
-¡Os asesinaré a todos!-Lanzó la espada contra el cuello de un elfo y juntó las manos en torno al mango del hacha. Era de los últimos. Ya solo quedaban seis de ellos. Apuntó a una tauren que estaba de espaldas y arrojó el arma con toda su rabia contenida.- ¡Muere!
  Un destello plateado se coló rápidamente y se interpuso entre la tauren y la potente arma que casi la parte por la mitad.
  ¿Qué había sido eso? Poco le importaba. Se hizo con la daga de un renegado y se acercó a la tauren con sus guardias cubriéndole las espaldas de los pocos hordas que quedaban tras el arrebato de ira de su capitán.
  Cuando estuvo lo suficientemente cerca de la tauren, alzó el puñal. Justo iba a soltar el puñal sobre ella, pero una mano le agarró del pie y le hizo perder el equilibrio durante un momento.
 Abismos miró hacia abajo.
-No…por favor…ten piedad.-Suplicó la elfa, hablaba en común esta vez. En la espalda aún mantenía el hacha incrustada, bastante profunda.
-¡Vosotros no tuvisteis piedad!-Giró a la tauren.-¡Y yo tampo…
  Abismos se paró en seco. En sus brazos tenía un bebé. No llevaba armas, ni armaduras, tan solo un bebé acunado entre sus brazos. La dulce criatura estaba mirándole con una expresión ingenua y curiosa.
-Mátame a mí…pero déjales a ellos…por favor…-Gimió la elfa.
-¿Qué es esto?
-Capitán, los miembros de la horda que quedan están desarmados.
-Malditos…monstruos…-La elfa hizo un acopio de todas las fuerzas que aún le quedaban en el cuerpo y se puso en pie.-No les vais a poner un dedo encima mientras…aun…conserve el aliento.
  La elfa no aguantó más y cayó. Abismos la recogió antes de que su cuerpo tocara el suelo.
La luz de la luna le permitió el rostro de la joven que no había podido ver antes.  Su piel pálida como los copos de nieve resaltaban la profundidad de sus ojos de color esmeralda y sus rojizos labios que se abrían y cerraban a causa de sus resuellos. El que se quedó sin aliento en ese instante fue el capitán.
-¡Capitán!-Uno de los pocos guardias que quedaban se acercó corriendo a la pareja.- ¡Se acercan miembros de la plaga, nos han visto!
-¿¡Por dónde!?
-¡Norte y sur, capitán! ¿Qué hacemos?
-Poned…a los civiles…a salvo y…dejadme aquí…solo sería un lastre…
-¡Venn!-Bramó Abismos.
-¿Sí, capitán?
-Tienes un minuto para buscar supervivientes de la refriega. Luego llévate a los tauren al campamento que hay al oeste de aquí.
-¡Esto no es como en la fortaleza señor, no podrá contenerlos a todos!
-No voy a contenerlos, pero no voy a dejarla aquí.-Dijo señalando a la elfa que tenía entre sus brazos.- ¡Vamos, en unos minutos los miembros de la Plaga estarán aquí!
-¡Sí, capitán!-Los soldados se pusieron manos a la obra en un instante y comenzaron a buscar entre los cadáveres, aun quedaban algunos vivos y necesitaron la ayuda de los civiles para llevarlos.
-¿Por qué?-Musitó la elfa.
-Porque yo también quiero salvar vidas.

Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #3 en: 12 Mayo, 2015, 19:06:43 »
  La plaga ha encontrado a nuestro protagonista y a sus camaradas. ¿Serán capaces de escabullirse de las frías garras de la muerte?

4. Parte: En manos de la Plaga.
 
  La chica no respondió. Tampoco hacía falta. Abismos le extrajo el hacha con cuidado y con suma delicadeza para no hacerle más daño y procedió a untarle un bálsamo curativo que tenía guardado en un frasquito, en el interior de la faltriquera.
-Si te entra sueño no te duermas.-Le ordenó mientras la tomaba entre sus brazos.
-Ya lo sé, idiota.-Se atrevió a decir.
  Cuando la tuvo bien sujeta salió corriendo en dirección al oeste, llegaría al poblado donde La Plaga no les seguiría, dejaría a la elfa y volvería para cruzar el puente.
  No quedaba ni rastro de los guardias ni de los civiles, Venn y los otros lo hicieron bien. Pronto ellos dos también se perderían en la oscuridad y los no-muertos no serían capaces de encontrarles.
  -Humano.
-¿Qué suc…
-¡…Esquívalo!
  La flecha se incrustó a la altura de sus riñones antes de que el humano girase la cabeza. Soltó una palabrota y continuó corriendo.
-¿Estás bien?
-Sí. Es solo una flecha, si hubieses estado conmigo en Petravista esto te parecería un arañazo.
-Yo he vivido cosas peores, seguro.-La elfa le palpó la espalda y de un tirón le arrancó la flecha.
-Gracias.
-De nada.
  De nada…de nada…de nada… La voz de la elfa se estaba convirtiendo en eco dentro de la cabeza del humano, transformándose en sonidos aislados e incomprensibles que rebotaban una y otra vez en su cerebro hasta diluirse entre el sonido de sus propios pasos.
  No estaba cansado y, aun así, había dejado de sentir sus piernas e incluso su capacidad de pensar. Daba paso tras paso de forma mecánica, sin siquiera darse cuenta de ello. La vista también se le nubló y, poco a poco, comenzó a perder la consciencia. Hasta que finalmente, se desmayó.

  “Humano” decía una voz en la oscuridad. La cabeza le martilleaba. ¿Qué había pasado? No recordaba nada. “Despierta, idiota” repitió la voz. No sonaba como un enemigo, ni como uno de sus guardias, era algo diferente. Su voz era melodiosa y suave, la primera vez que escuchaba una voz tan familiar desde hacía mucho.
  Se obligó a abrir los ojos.
-Al fin despiertas, humano. ¡Llevas horas así!
  La cabeza aun le daba vueltas, pese a eso, el sonido de aquella voz le reconfortaba.
-¿Dónde estoy?
-Encerrado. La Plaga nos ha capturado por tu culpa.
  Abismos despertó de su trance al escucharla.
  Ya había amanecido y serían más o menos las dos del mediodía, lo dedujo en base al frío que pasaba, mucho menos que por la mañana pero más que por la tarde.
  De lo segundo que se dio cuenta fue que estaba encerrado en una jaula de huesos que de las que solía utilizar la plaga y, más tarde, que le habían despojado de su armadura y que lo único que le protegía del frío era su camisa del capitán Sanders y sus calzas.
  Al lado de su jaula, estaba la de la elfa, descubrió después. Y, al igual que él, ella había sido despojada de su armadura y había quedado tan solo cubierta por unas gasas sucias que le cubrían el torso y su ropa interior. Abismos se sonrojó y miró hacia otra parte.
  Las jaulas estaban sobre una montaña de huesos pegadas al muro de la ciudadela de la plaga y no solo eso, rodeadas de un montón de frágiles esqueletos nospamimados cuya intención sería probablemente para hostigar al enemigo y poco más.
  Oscureciendo el cielo estaba la necrópolis de Naxxanar. Sus afilados extremos eran algo en lo que el humano no quería pensar.
-¿Para qué nos habrán encerrado?
-¿Es la primera vez que te enfrentas a los San’Layn?-La elfa soltó un suspiro de frustración ante la expresión del humano.- Son elfos de sangre vampiros. Nos mantienen vivos solo para matarnos ellos mismos, no creas que vayas a tener otra oportunidad de huir, idiota.
-Se un poco más considerada, niña. Estamos los dos en esto, además de que todo esto es culpa tuya.
-¿¡Culpa mía!?-El grito de la elfa quebró a los débiles ensamblajes alrededor de su jaula.
-¡Tu nos emboscaste sin saber nada!
-¡Humano idiota hijo de ogra!
-¡Cuida tu lenguaje!
-¡Oblígame!
-¡Como salga de la jaula te vas a enterar, niñata!
-¡Venga, ven a ver si tienes lo que hay que tener!
  La elfa lo estaba sacando de sus casillas de verdad. Si los San’Layn no la mataban pronto, lo haría él.
« Última modificación: 12 Mayo, 2015, 19:08:15 por Ragnaroc »

Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #4 en: 12 Mayo, 2015, 21:27:55 »
Es probable que mañana ya suba el desenlace de esta pequeña historia para que descubráis pronto el destino de Abismos y Lidian. Gracias de antemano por haberla leído a todos vosotros y gracias a Villadorada, Luuthy, Riwil, Lilith, Blaksnou, Cucudrulo, Shadowye y Garond cuyas historias me han inspirado a crear esta obrita ;D

Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #5 en: 13 Mayo, 2015, 08:21:06 »
  A primera hora de la mañana ^^ si tengo la otra parte la tendré por la tarde. ¡A disfrutar!

5. Parte: Forjando una nueva amistad.

  Se habían pasado el resto del día enfurruñados en una esquina de la jaula cada uno y sin dirigirse la palabra. Ni siquiera los esqueletos habían osado acercarse a las jaulas de esa pareja.
  Los colores del anochecer pronto abarcaron el cielo y la aurora hacían gala de toda su inmensa gama de colores capaces de volver bella incluso a la repugnante ciudad de la plaga.
 -Gracias por no haber matado a los civiles.-Dijo de repente la chica mostrando abatimiento en el rostro.
-No me des las gracias, aunque lo hubiese intentado no habría podido.-Respondió.
-De todas formas; gracias.
  Ambos permanecieron un rato en silencio bajo la luz de la aurora.
-Aun no conozco tu nombre.
-Me llamo Lidian, ¿y tú, humano?
-Mi nombre es Abismos Alexton.
-Abismos… un nombre un poco extraño.
-¡Ja! No creo que seas ni la primera ni la última en decirme eso.
-¿Te lo puso tu padre o tu madre?
-Me puse lo puse yo.
-¿Y cómo te llamabas antes?
-Bryan. Pero es una larga historia.
-Tú cuenta.
  Abismos comenzó a narrarle a la elfa su vida desde que ingresó en la guardia de Petravista hasta su caída y la muerte de sus padres y su amargo juramento. Lidian permaneció atenta y en silencio a su historia con los ojos llorosos en algunas partes, pero en silencio. Igualmente la ciudadela era un lugar extremadamente silencioso y oscuro, así que parecía que estaban los dos a solas.
-Así es como me puse este nombre, Bryan era un paladín inútil. Abismos era un defensor justo y poderoso. Era, ahora no es más que un hombre encerrado en una estúpida jaula.
-Nunca tuviste que abandonar la luz, humano.
-¿Qué sabrás tú? Ella me abandonó cuando más lo necesitaba, ¿qué clase de luz es esa?
-¿Hablas de abandonar? ¡Los humanos nos abandonasteis cuando la plaga nos atacó y encima nos tachasteis de traidores! ¿Qué hay de eso, eh? ¡Os necesitábamos y vosotros tan solo nos disteis la espalda, estúpidos humanos, sois todos iguales! Por vuestra culpa mi familia y mis amigos…-Se le quebró la voz antes de terminar la frase. Tenía los ojos completamente empañados en lágrimas y temblaba, más bien, sollozaba.
  Abismos sacó la mano por una de las aberturas de la jaula y acarició el suave rostro de la elfa con dulzura. Ella no hizo amago alguno de rechazar la mano del hombre y se acurrucó junto a ella. “Ambos hemos perdido lo más importante para nosotros, hemos sido traicionados por lo que admirábamos y ahora vagamos intentando proteger a quienes no pueden protegerse a sí mismos y de todas formas lo dimos todo para matarnos el uno al otro”.
-¿Crees que yo soy igual que los que te traicionaron, Lidian?-Le susurró sin darse cuenta de que sus ojos lloraban también de la emoción.
-No…
-Hasta ayer pensaba que todos los miembros de la horda eras monstruos que se movían por la sed de sangre. Tú me has hecho ver que estaba equivocado. Gracias.
-Abismos.
-¿Qué sucede?
-Me alegro de haberte conocido.-Lidian se secó las lágrimas.- Y lamento haber matado a tu amigo.
-Tú no tienes la culpa. Fue todo un malentendido.
-¿Y su familia? Ellos no lo entenderán.
-Todos mis hombres son supervivientes de Petravista, al igual que yo no tienen a nadie que les espere en casa.
-Eso me alivia un poco.-Lidian se recostó en la jaula aun manteniendo la mano de Abismos contra su mejilla.-Con su sacrificio y el nuestro habremos salvado vidas inocentes, debemos de estar orgullosos hasta el último momento.
-Así es.
  La elfa tenía razón; iba a morir a cambio de salvarles la vida a más personas. Y lo haría orgulloso. De hecho, quizás muriese junto a su alma gemela…

Ragnaroc

  • Visitante
Re:Más allá del odio
« Respuesta #6 en: 14 Mayo, 2015, 18:01:29 »
 Para bien o para mal, la aventura de nuestros héroes se acerca a su fin. ¡A por todas!

6. Parte: Ejecución en la plaza.
 
  ¡Bum! La cerradura de la jaula reventó en mil pedazos y despertó al humano.
  Abismos se levantó y vio la elfa en pie a las puertas de la jaula abierta.
-¿Qué estás haciendo?
-Moriremos luchando, humano.-Respondió.- ¿O prefieres quedarte en la jaula?
-¡Ja! ¿Has cambiado de opinión?
-Prefiero morir dando la nota.
  Abismos suspiró sin poder ocultar su sonrisa. Se puso en pie y le puso la mano en el hombro a Lidian.
-Cuanto más tiempo pasa, mejor me caes.
-Lo mismo digo, humano.-Lidian observó la necrópolis.- Si queremos causar el mayor daño posible tendremos que atacar al bastión de los San’Layn. Allí encontraremos al líder de todos estos engendros.
-¿Y qué tienes pensado para derrotarle?-Abismos formuló una pregunta que Lidian no fue capaz de responder. Tan solo tomó la mano del humano entre las suyas y la acarició. Él se limitó a asentir con lentitud. No había plan. Lucharían sin armas, sin plan, sin ejércitos, solo con su apoyo mutuo. Ya no eran un alianza y una horda contra la plaga, tenían que luchar como una pareja, una pareja cuyo destino les aguardaba en la necrópolis; para bien o para mal.
  Lidian se acercó lentamente al rostro del humano y le besó. Abismos a su vez la rodeó con sus brazos y se la acercó aun más mientras sus labios se sumían en un apasionado beso.
 El humano nunca se planteo enamorarse, y menos aun de un miembro de la horda. Pero a esas alturas él ya no podía evitarlo. Ella tenía algo que lo atraía: podría ser su carácter, a lo mejor sería que ella le comprendía mejor que nadie, o quizás, que ella le había hecho sentir por primera vez una profunda sensación de paz y alegría que no había sentido desde que trabajaba de granjero con su familia.
  Abismos se separó de ella, muy a su pesar.
-Vamos, tenemos una necrópolis que reventar.
  Lidian asintió.
   Ambos se lanzaron a la carga a través de la ciudadela. Llegarían.
-¡Detenedlos!-Ordenó un elfo San’Layn desenvainando su hoja. Abismos le interceptó antes de que fuese capaz de golpear y le reventó el cráneo de un codazo. El no-muerto cayó sobre las losas heladas del suelo a la vez que el guerrero se hacía con su arma y se la lanzaba a Lidian.
-¿Para mí?
-Eres una paladina, necesitarás el arma.
-Ja, ja, ja. Qué gracioso.
  Un nigromante les cortó el paso con un ejército de esqueletos. La elfa no tuvo problemas en destrozarlos de una tormenta divina. Abismos se encargó de cortarle el cuello al hechicero.
  Más refuerzos de la plaga se aproximaban desde los zigurats cuando ellos apenas habían logrado contener a los guardias.
  Lidian destrozó a una abominación con energía sagrada. Se giró e hizo trizas a una gárgola con un martillo de luz. Volvió la mirada hacia el frente y rebanó a un necrófago por la mitad.
  Abismos tomó el gancho y la cadena de la abominación asesinada por su compañera y prosiguió a defender las escaleras de la plaza girándola y convirtiendo a los no-muertos en carne picada.
  Con el arma en mano, empezó a girar como suelen hacer los guerreros y a desgarrar los cadáveres a su alrededor. La trituradora humana giraba imparable con el gancho giratorio cnospamdo una coraza impenetrable. Elfos, no-muertos, incluso los pilares se hacían añicos a su paso.
-¡Basta!-Su implacable giro se detuvo cuando una espada caída del cielo le rajó el pecho de arriba abajo.
  Lidian barrió a una fila entera de enemigos de La Plaga y se giró hacia las escaleras.
-¡Humano!-Gritó. A él también le defendería si hacía falta. Los defendería a todos. No se repetiría lo de La Fuente del Sol.
  Recibió un corte impío en el estómago que casi la parte por la mitad antes de poder llegar siquiera a las escaleras. La espada se hundió profunda en su carne y la lanzó contra el suelo. La espalda de la chica golpeó con crudeza el frío suelo adoquinado.
 -Sois patéticos.-Lidian recibió un pisotón en el estómago antes de poder levantarse. Gimió y tosió, pero el enemigo no se detuvo.- Pensasteis que serías capaces de destruir En’Kilah vosotros dos solos. ¡Ja, contemplad ahora el peso de vuestra arrogancia!
  La elfa recibió otro pisotón a la misma altura que el anterior que tampoco fue capaz de esquivar. La cabeza se le iba de un lado a otro a causa de la pérdida de sangre. Tenía que hacer algo. Debía de hacerlo. Abismos estaba en peligro.
-¡Levántate!-Su torturador comenzó a soltarle patadas en el estómago una tras otra sin parar.- ¡No eres más que una niña idiota, no vale la pena que yo, el gran Vanthryn el despiadado, me siga molestando en ti!
   Lidian recibió una última en el cuello que hizo crujir todo su cuerpo.
Su respiración se cortó. Su pulso se paró. Sus ojos se pusieron en blanco.
“Es tu turno, humano. Yo me paro aquí” la elfa cayó.

  -¡Muere!-Abismos descargó el largo y pesado gancho sobre el San’Layn. El elfo esquivó el golpe con un salto a la izquierda.
  Aun esquivado, el golpe fue tan poderoso que quebró el suelo y desequilibró a Luthion, el teniente de Valanar.
“¡Ahora!” Abismos cargó contra él y le soltó un gancho de derecha con todas sus fuerzas que lo lanzó volando, reventó sus dientes y probablemente le dejó K.O. El San’Layn alcanzó varios metros de altitud.
-¡Esta vez seré yo quien te ataque a ti, pequeñín! –El humano lanzó el garfio contra el elfo y lo incrustó en sus pulmones.-¡¡Esto es por mis muchachos!!
  Abismos agarró con fuerza las cadenas del garfio y con toda su rabia hizo estallar a Luthion contra el suelo de La Plaga. Todo el camino en torno a él también reventó y se agrietó. Pero es no bastaba, era un no-muerto. O lo dejaba bien muerto o volvería a levantarse.
  El humano recogió la cadena para atraer el cuerpo destrozado del elfo hacia sí.
-¡¡Y esto es por Lidian!!-Abismos lanzó el puñetazo como un misil directo al pecho que terminó de destruir al miembro de La Plaga. Su cuerpo devastado cayó por la escalinata de la plaza principal.
  Abismos soltó las cadenas y se dejó caer sobre el agrietado suelo. Le dolía la herida. No era capaz de moverse ya.
  Gotita tras gotita, su sangre le iba abandonando. Por mucho que lo intentase ya no sería capaz de abandonar la ciudadela. “A lo mejor Lidian puede intentar curarme con su luz”.
  En ese caso aun podría seguir luchando.
  Abismos se puso en pie una última vez. Las piernas le pesaban como la noche en la que fue capturado por La Plaga, tras ese flechazo.
  La espada estaba envenenada también. Tendría que ir rápido a buscar a la elfa o terminaría desmayándose en medio del terreno de La Plaga.
-Lidian…espérame…-El humano descendió las escaleras todo lo rápido que pudo. Pero cuanto bajó…Cuando bajó, tan solo vio al teniente restante tendido sobre su cadáver.-¿Li…dian?
-Exacto.-Le susurró al oído la voz de Luthion.-Ahora hazle compañía.
  El filo de su espada sobresalía del pecho de Abismos y derramaba su sangre.
Había muerto luchando y protegiendo a personas inocentes. Murió feliz.

Ragnaroc

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Re:Más allá del odio
« Respuesta #7 en: 14 Mayo, 2015, 19:16:08 »
Parte 7. La Luz de la esperanza:

  Oscuridad absoluta… De repente, aparece una luz cegadora en ese mar negro y con ella una voz.
  “¿De veras ya está todo lo que podías ofrecer?”
-¿Quién…habla? ¿Sigo viva?-Preguntó la confundida elfa.
“No”.
-¿Estoy muerta?
“No”.
-No entiendo nada…
“Pensaba que querías proteger”.
-Y quiero.
“Entonces, ¿por qué estás aquí?”
-No lo sé.
“Tu familia, está muerta. Tus amigos, están muertos. Pronto Abismos y tú también lo estaréis”.
-¿Y qué quieres? No puedo hacer nada… Son demasiados y muy fuertes.
“¡Ja! Si luchases tú sola, quizás. Pero cuentas con él y conmigo”.
-No te conozco. Abismos está luchando. Estoy sola.
“Te equivocas. Él está a tu lado, pasando sus últimos momentos contigo”.
-No…
“¿Vas a dejarle morir?”
-No…
“Suenas muy débil. ¿No crees en mi?”
-Espera un momento.
“¿Quieres proteger a los demás?”
-Sí.
 “¿Deseas proteger a Abismos más que a tu propia vida?”
-SÍ.

  “La luz no fue capaz de salvarme aquella vez. Y esta vez, el que no ha sido capaz de salvarme fue esta.” Se decía el humano. “Mírate, ya ni siquiera eres capaz de respirar. ¿Cómo iba a poder salvarte la luz? ¿A un enclenque? ¡Ja! Esos hombres renunciaron a todo para seguirte a Rasganorte y ahora ni siquiera sabes si siguen vivos. No he sido capaz de salvar ninguna vida, no he sido capaz de proteger ni siquiera a mis hombres, no he podido defenderme a mí mismo… ni siquiera… he podido defenderla a ella”.
  “Tú la has matado. Por tu culpa morirá. ¿No quieres levantarte a defenderla?”
-Sí.
  “¿Deseas protegerlos a todos?”
-Sí.
“¿Deseas proteger a Lidian más que a tu propia vida?”
-SÍ.

“Entonces luchad”.

-Niñatos ingenuos.-Dijo Luthion.
-Al fin y al cabo solo eran dos mortales desarmados. Volvamos a informar a Valanar de lo acontecido con los prisioneros.-Respondió Vanthryn.
  Ambos retrocedieron lentamente. Los necrófagos terminarían con los despojos, a no ser que los nigromantes llegasen primero.
  El suelo comenzó a temblar y una explosión de luz inundó todo el cielo.
-¿Qué demo…
  Un martillo de luz reventó el cráneo de Vanthryn. Luthion dio media vuelta.
Los prisioneros, a quienes creía muertos, habían vuelto a la vida. No solo eso, su fuerza ahora era mucho mayor que antes.
  La elfa iba acompañada por dos hermosas alas doradas que atraían toda la luz a su alrededor casi formando un escudo sagrado. A su lado, el humano se había rodeado de un aura rojiza tan densa y sobrecogedora que se podía palpar.
-¿Qué…es esto?
-Esto es lo que pasa.-Decían Abismos y Lidian a la vez con perfecta sincronización.-Cuando logras ver más allá del odio.
 
  La necrópolis dio un fuerte movimiento que desequilibró al príncipe y echó por tierra todos sus preparativos para la ceremonia.
-¡Maldita sea!-El príncipe se acercó al borde de la plataforma y buscó el origen del terremoto con la mirada.-Habrá sido algún incompetente. Prosigamos. ¿Por dónde íbamos general Arlos?
-…
-Lo suponía.
  Volvió a rehacer los preparativos desde el principio.
Una espada elfica de colores rojizos le empaló el pecho. Era la de su teniente.
-Tu reinado de terror acaba aquí, escoria.-Rugió Lidian posándose con suavidad sobre la necrópolis.
-¿Me lo vas a impedir tú?-Nada más terminar de hablar, le atravesó una hojarruna de la plaga idéntica a la que llevaba Luthion nuevamente en el pecho.
-Yo también.-Respondió Abismos.
-¡Malditos engendros! Iba a drenar vuestra sangre de forma rápida, ¡pero ahora sufriréis la más horrible de las muertes!
  Valanar se envolvió en energía impía. Pero, una vez más, fue interrumpido. Esta vez de forma definitiva.
   Un caballero de la muerte le decapitó con sus espadas de runas antes de que fuese capaz de nada. La pareja se puso en guardia.
-¿Quién eres?
-¡Capitán!-Gritó una voz familiar.
-¿Casey?
-¡Capitán!-Gritó otra voz.
-¿Venn?
-Aquí, capitán.-Los dos guardias se acercaron a Abismos y le abrazaron con fuerza.
-Pensaba que habías muerto, capitán.-Dijo Venn con lágrimas en los ojos.
-¿Qué te he dicho mil veces? Mientras me quede aliento, seguiré luchando.
  Los chicos continuaron con los abrazos y el caballero de la muerte se retiró al otro lado de la plataforma. La elfa suspiró de alivio. Al fin todo había terminado y no tenía nada que hacer ahí.
  Dio media vuelta y se preparó para marcharse. Una mano la paró.
-¿Ya te vas, no quieres celebrarlo?-Preguntó Abismos.
-¿Qué otra cosa puedo hacer?
-Podrías…-El humano la tomó entre sus brazos y la besó. El tiempo se paró a su alrededor y todo desapareció, solo quedaron ellos solo que esta vez, ya no tenían por qué separarse.
  Todo había terminado.

   Así fue como la pareja que en un comienzo intentaron matarse mutuamente, terminaron por ver más allá del odio que nublaba sus corazones y pudieron ver el amor que les hizo lo suficientemente fuertes para afrontar cualquier adversidad.
   Abismos volvió a la ciudad de Ventormenta por un tiempo para recuperarse de su aventura (si, con aventura me refiero a las heridas de su aventura) y para visitar a su hermano. Aunque volvería.
  Lidian se alistó en las filas de la cruzada argenta para poder defender al débil aunque fuese del bando contrario. Jamás volvería a atacar a alguien sin conocerle.

  8 meses después de la victoria en En’Kilah:

   -Señorita, ha llegado una carta para usted.-Dijo el escudero tendiendo una carta a la muchacha.
-¿Una carta?
-En efecto, es anónima.
-Veamos.-La elfa tomó la carta de la mano de su escudero y la abrió con cuidado.- A ver: Date la vuelta. ¿Qué significa?
  La elfa se giró para devolverle la carta a su aprendiz, pero no se encontró con lo que esperaba. Aun así, los ojos se le pusieron como platos.
  Un humano moreno, alto y fuerte estaba frente a ella con los labios trazando una amplia sonrisa.
  La chica se abalanzó sobre él y le abrazó como si temiera perderlo de nuevo.
-He venido de vacaciones durante unos días. ¿Me puedo quedar?
 La elfa sonrió.
-Claro que sí, humano.


FIN

 

 Espero que les haya gustado esta historia y que no haya sido muy larga   ::)

Ragnaroc

  • Visitante
Re:Más allá del odio
« Respuesta #8 en: 14 Mayo, 2015, 19:18:43 »
Ya está terminada  :D