Parte 7. La Luz de la esperanza: Oscuridad absoluta… De repente, aparece una luz cegadora en ese mar negro y con ella una voz.
“¿De veras ya está todo lo que podías ofrecer?”
-¿Quién…habla? ¿Sigo viva?-Preguntó la confundida elfa.
“No”.
-¿Estoy muerta?
“No”.
-No entiendo nada…
“Pensaba que querías proteger”.
-Y quiero.
“Entonces, ¿por qué estás aquí?”
-No lo sé.
“Tu familia, está muerta. Tus amigos, están muertos. Pronto Abismos y tú también lo estaréis”.
-¿Y qué quieres? No puedo hacer nada… Son demasiados y muy fuertes.
“¡Ja! Si luchases tú sola, quizás. Pero cuentas con él y conmigo”.
-No te conozco. Abismos está luchando. Estoy sola.
“Te equivocas. Él está a tu lado, pasando sus últimos momentos contigo”.
-No…
“¿Vas a dejarle morir?”
-No…
“Suenas muy débil. ¿No crees en mi?”
-Espera un momento.
“¿Quieres proteger a los demás?”
-Sí.
“¿Deseas proteger a Abismos más que a tu propia vida?”
-SÍ.
“La luz no fue capaz de salvarme aquella vez. Y esta vez, el que no ha sido capaz de salvarme fue esta.” Se decía el humano. “Mírate, ya ni siquiera eres capaz de respirar. ¿Cómo iba a poder salvarte la luz? ¿A un enclenque? ¡Ja! Esos hombres renunciaron a todo para seguirte a Rasganorte y ahora ni siquiera sabes si siguen vivos. No he sido capaz de salvar ninguna vida, no he sido capaz de proteger ni siquiera a mis hombres, no he podido defenderme a mí mismo… ni siquiera… he podido defenderla a ella”.
“Tú la has matado. Por tu culpa morirá. ¿No quieres levantarte a defenderla?”
-Sí.
“¿Deseas protegerlos a todos?”
-Sí.
“¿Deseas proteger a Lidian más que a tu propia vida?”
-SÍ.
“Entonces luchad”.
-Niñatos ingenuos.-Dijo Luthion.
-Al fin y al cabo solo eran dos mortales desarmados. Volvamos a informar a Valanar de lo acontecido con los prisioneros.-Respondió Vanthryn.
Ambos retrocedieron lentamente. Los necrófagos terminarían con los despojos, a no ser que los nigromantes llegasen primero.
El suelo comenzó a temblar y una explosión de luz inundó todo el cielo.
-¿Qué demo…
Un martillo de luz reventó el cráneo de Vanthryn. Luthion dio media vuelta.
Los prisioneros, a quienes creía muertos, habían vuelto a la vida. No solo eso, su fuerza ahora era mucho mayor que antes.
La elfa iba acompañada por dos hermosas alas doradas que atraían toda la luz a su alrededor casi formando un escudo sagrado. A su lado, el humano se había rodeado de un aura rojiza tan densa y sobrecogedora que se podía palpar.
-¿Qué…es esto?
-Esto es lo que pasa.-Decían Abismos y Lidian a la vez con perfecta sincronización.-Cuando logras ver más allá del odio.
La necrópolis dio un fuerte movimiento que desequilibró al príncipe y echó por tierra todos sus preparativos para la ceremonia.
-¡Maldita sea!-El príncipe se acercó al borde de la plataforma y buscó el origen del terremoto con la mirada.-Habrá sido algún incompetente. Prosigamos. ¿Por dónde íbamos general Arlos?
-…
-Lo suponía.
Volvió a rehacer los preparativos desde el principio.
Una espada elfica de colores rojizos le empaló el pecho. Era la de su teniente.
-Tu reinado de terror acaba aquí, escoria.-Rugió Lidian posándose con suavidad sobre la necrópolis.
-¿Me lo vas a impedir tú?-Nada más terminar de hablar, le atravesó una hojarruna de la plaga idéntica a la que llevaba Luthion nuevamente en el pecho.
-Yo también.-Respondió Abismos.
-¡Malditos engendros! Iba a drenar vuestra sangre de forma rápida, ¡pero ahora sufriréis la más horrible de las muertes!
Valanar se envolvió en energía impía. Pero, una vez más, fue interrumpido. Esta vez de forma definitiva.
Un caballero de la muerte le decapitó con sus espadas de runas antes de que fuese capaz de nada. La pareja se puso en guardia.
-¿Quién eres?
-¡Capitán!-Gritó una voz familiar.
-¿Casey?
-¡Capitán!-Gritó otra voz.
-¿Venn?
-Aquí, capitán.-Los dos guardias se acercaron a Abismos y le abrazaron con fuerza.
-Pensaba que habías muerto, capitán.-Dijo Venn con lágrimas en los ojos.
-¿Qué te he dicho mil veces? Mientras me quede aliento, seguiré luchando.
Los chicos continuaron con los abrazos y el caballero de la muerte se retiró al otro lado de la plataforma. La elfa suspiró de alivio. Al fin todo había terminado y no tenía nada que hacer ahí.
Dio media vuelta y se preparó para marcharse. Una mano la paró.
-¿Ya te vas, no quieres celebrarlo?-Preguntó Abismos.
-¿Qué otra cosa puedo hacer?
-Podrías…-El humano la tomó entre sus brazos y la besó. El tiempo se paró a su alrededor y todo desapareció, solo quedaron ellos solo que esta vez, ya no tenían por qué separarse.
Todo había terminado.
Así fue como la pareja que en un comienzo intentaron matarse mutuamente, terminaron por ver más allá del odio que nublaba sus corazones y pudieron ver el amor que les hizo lo suficientemente fuertes para afrontar cualquier adversidad.
Abismos volvió a la ciudad de Ventormenta por un tiempo para recuperarse de su aventura (si, con aventura me refiero a las heridas de su aventura) y para visitar a su hermano. Aunque volvería.
Lidian se alistó en las filas de la cruzada argenta para poder defender al débil aunque fuese del bando contrario. Jamás volvería a atacar a alguien sin conocerle.
8 meses después de la victoria en En’Kilah:
-Señorita, ha llegado una carta para usted.-Dijo el escudero tendiendo una carta a la muchacha.
-¿Una carta?
-En efecto, es anónima.
-Veamos.-La elfa tomó la carta de la mano de su escudero y la abrió con cuidado.- A ver: Date la vuelta. ¿Qué significa?
La elfa se giró para devolverle la carta a su aprendiz, pero no se encontró con lo que esperaba. Aun así, los ojos se le pusieron como platos.
Un humano moreno, alto y fuerte estaba frente a ella con los labios trazando una amplia sonrisa.
La chica se abalanzó sobre él y le abrazó como si temiera perderlo de nuevo.
-He venido de vacaciones durante unos días. ¿Me puedo quedar?
La elfa sonrió.
-Claro que sí, humano.
FIN Espero que les haya gustado esta historia y que no haya sido muy larga